martes, 14 de marzo de 2017

DE SINSABORES Y AÑORANZAS


El enorme privilegio de quienes vivimos en esta era del auge de las comunicaciones es habernos visto favorecidos con las redes sociales y aplicaciones de videos, que nos permiten con un dejo de cierta nostalgia recordar y disfrutar faenas del toreo de antaño.

Pedazos de películas viejas que dan cuenta de la grandeza de toreros como "Bombita", "Machaquito", "Guerrita", Joselito "El Gallo, Juan Belmonte, Rodolfo Gaona y que nos remontan en una especie de máquina del tiempo a épocas de un toreo épico.

Joselito "El Gallo"
Compendio fílmico de una tauromaquia de tiempos en que la suerte de varas encumbró a muchos de sus mejores exponentes, cuando las infanterías tenían un papel preponderante en la lídia de aquellos toros fieros que tiraban derrotes a distra y siniestra y cuya lidia proponía un reto para sus virtuales matadores que se imponían en base a un toreo de poder.


Curiosas e interesantes imágenes de plazas abarrotadas por un público que aplaudía las hazañas de aquellos héroes cási míticos ante un marco de caballos muertos y destripados por no llevar el peto que en la actualidad resulta más bien una acorazada muralla.

Los varones luciendo sombrero de carrete y pajarita y las damas sendos mantones ricamente bordados y peineta que se transportaban a la plaza en coches tirados por caballos.

Podemos advertir la grandeza del más grande de todos los tiempos: Manuél Rodríguez "Manolete" que para mi gusto fué un adelantado a su época y que sin duda le hubiera dado pelea a las figuras actuales.

Y a la distancia podemos también advertir la evolución del toreo de a pié y observamos que  sólo en el estricto orden de técnica y desarrollo del espectáculo dotado ahora de reglamentos acordes a nuestra época, mantiene una estricta relación con la practica del toreo actual.

Sin embargo, en expresión artística por lo que se refiere al concepto de la ejecución de las suertes y de quienes las practican, guarda diferencias abismales.

La evolución del espectáculo trajo consigo cambios sustanciales para empezar, el toro, la materia prima del espectáculo cuyos procesos de selección y crianza han derivado en un animal más colaborador para el lucimiento de los matadores quienes realizan suertes cada vez más ajustadas, digamoslo así, invadiendo terrenos que seguramente si no hubiera sido por esa compleja ingeniería genética. hubiera sido imposible.

Así que el toreo con su evolución trajo beneficios al espectáculo porque en la actualidad se puede practicar un toreo de trazos parsimoniosos, "al ralentí", aunque muchos toreros actuales fundamenten sus evoluciones ejecutando  pases sin mando, sin temple y aún así a algunos les haya alcanzado para ser considerados como "figuras".

Pero mientras que el toro en nuestros días resulta un colaborador de la faena, los matadores practican suertes muy parecidas entre sí, su repertorio de lances y suertes resulta ser cási el mismo que muchos toreros practican y entonces es cuando esta práctica resulta insabora, incolora y carente de aquella emoción que provocaba la bravura de aquellos toros de otros tiempos y que les pedían el carnet a los coletas. El juego de aquellas reses resultaba impredecible.

Es como si de pronto hubiera generaciones de toreros troquelados que realizan las mismas suertes pero sin definir una tauromaquia personalizada,sin imprimir a su quehacer un estilo propio, una propuesta diferente, se les acabaron las ideas vamos!.

Y es como si de pronto también, el toro moderno ,cuyo linaje procede en su gran mayoría de encastes de tipo comercial, es decir, preferido por los toreros y empresarios, fuera también criado por una maquiladora en serie.

Si, el toro ciertamente ha ganado nobleza, pero ha perdido mucha raza y bravura.

Y de pronto estamos ante un toreo deslavado de faenas que se repiten, limitadas a un concepto y a un formato que podemos ver lo mismo en exponentes de cualquier latitud, tanto en España como en Méxio, en Francia, en Venezuela, en Colombia o Perú.

Como quiera que sea, el toro sigue representando un peligro latente en el ruedo y no hay que perderle de vista, esa acometividad ancestral de las reses bravas y que las distinguen de otras especies, siguen siendo el sustento principal de la fiesta brava.

Solo que si sumada a la falta de raza y acometividad de las reses, las nuevas generaciones de toreros provenientes en muchos casos de modernas escuelas taurinas, practican un toreo limpio sí, aseado sí, de academia pero con poco sustento y pobre en conceptos, la fiesta brava resulta ser un espectáculo predecible si bien no completamente, sí en muy buena proporción.

Faenas de pases maquilados en serie.

Me pregunto entonces: Qué lleva a la gente a las plazas?

No, no me refiero a los aficionados o a los conocedores, sino al público en general, qué fuerza los motiva?

Porqué año con año vemos cada vez más plazas vacías?

Será que el público perdió interés en la fiesta brava?

Y luego habrá que añadir que algunos juicios de valoración en estricta regla, llegan a confundir más al público que va a las plazas y se deja llevar por decisiones francamente perversas como a conseción de trofeos para una faena deslavada o incluso el indulto a un astado bobalicón y soso que embiste como un manso corderito.

Pero el espectáculo es público, del pueblo y para el pueblo y es él, el público o debería ser así, quien premia las faenas y pide el indulto para un toro, aunque quien ejecute la orden sea el del biombo.

Por ello será fundamental, el orientar a los nuevos aficionados para que aprendan a disfrutar el espectáculo desde una perspectiva más responsable y crítica y puedan calificar mejor los resultados en la arena, solo que esto se logra con base a asistir a las plazas y leer, leer muchos tratados sobre tauromaquia.

Si, en la actualidad se podrá tal vez torear con más largueza, con más temple, con más continuidad, se podrá torear tan cerca como nunca y tan cerca, que hay exponentes de una tauromaquia tremendista y hasta en exceso encimista que concretamente a mi, no me convence.

Pero aquel brillo de la tauromaquia antigua, no volverá, aunque por otra parte existan por desgracia pocos, muy pocos exponentes que gustan de un toreo de suertes rescatadas de aquellas épocas gloriosas del toreo y vienen a significar una memoria viva que aporta al espectáculo el aroma que la "troqueladora" le robó.

Hace poco RTVe presentó un reportaje sumamente interesante sobre el estudio científico que algunos investigadores realizaron respecto de la vista del toro de lidia.

Cómo es el campo visual del toro?

Y se abordaron temas muy profundos como el hecho de la falsa idea de llamar a los toros "burriciegos" o aquella creencia de que el toro era atraido por el color rojo.

Interesante sin duda aunque de facto puso al descubierto el "truco" de la lidia y el motivo por el que el torero se planta en la cara del toro a veces invadiendo terrenos cada vez más comprometidos a falta de una visión binocular de este.

Yo, cansado de ver y repasar faenas de "figuras" que torean a destajo a toros carentes de raza, es que simplemente no me resigno a perder la esencia y la magia del toreo antiguo.

Tal vez por esa razón disfrute más de ver esos videos y películas de archivos que por fortuna podemos ver en canales de YouTube.

Y tal vez sea por esa razón que guste yo de los toreros de "pellizco", esos que con un lance o una tanda de pases me transporten a otros lugares, a otras épocas de un toreo que fue glorioso.

Prefiero mil veces disfrutar un fugáz instante de grandeza, que la vana e inútil gloria conseguida sin sustento.

O será que me estoy haciendo viejo?

EL RECUENTO DE LOS RESULTADOS