martes, 15 de agosto de 2017

DICEN QUE NO SE SIENTEN LAS DESPEDIDAS


Aquella tarde abrileña de 1925 en el viejo Toreo de la colonia Condesa  el patriarca del toreo en México, el Indio Grande, el Califa de León Don Rodolfo Gaona, dijo adiós a los ruedos.

Se cerraba una página más en el toreo de nuestro país y en el toreo mundial por la importancia que el Califa tuvo al pelearle a aquellos mounstruos como Juan Belmonte y José Gómez "Gallito" dándoles un buen baño algunas tardes.

Esa tarde de Abril muchos aficionados tomaron la decisión de retirarse junto con el Califa de León y en verdad es que cuentan anécdotas de conocedores de la época; jamás volvieron a pisar una plaza de toros después de su despedida.

Años más tarde cuando asistí a la despedida de Manolo Martínez un mes de Mayo de 1982 en la Plaza de toros México pude entender de alguna forma el sentir de aquellos aficionados que tomaron tal decisión cuando le hicieron segunda a su ídolo.

Pero siempre he sido un enamorado de la fiesta brava por lo que no iba de ninguna forma a declinar en mi gusto de ver y disfrutar de mi espectáculo favorito por fuertes que fueran mis lazos con mi ídolo.

Surgieron después algunos que teniendo la "onza", simplemente les faltó llegar a constituirse como verdaderos mandones, así como Manolo.

Ahí estaba Miguel Espinosa Armillita que se prodigaba con el toreo de muleta con la mano izquierda como nadie y que se fué diluyendo, deslavando una tarde si y otra también.

Y cuando me encontraba huérfano, sin referente alguno y a la deriva, como  el ave Fenix resurge la figura insustituíble de David, el Rey David.

Silveti aparte de ser un excelente toreo fue siempre una persona recta, honesta que siempre actuó con enorme entrega en el ejercicio de su profesión no dejándose nada y poniéndolo todo.

Esa falta de recursos físicos para irse de la cara del toro y reponer pasos supondría la cornada inminente y si, su toreo resultaba angustiante por el terreno tan comprometido que pisaba, pero luego sus enormes recursos y su gran corazón le hacían permanecer en ese sitio para ligar pases ahí donde había que quedarse quieto.

Hasta que presa de sus demonios decidió cortar con su vida dejando a nuestra fiesta acéfala, porque matadores de toros habrá habido muchos y con cualidades indudables, pero con el arrastre de los anteriores, en verdad lo dudo.

Jorge Gutiérrez el super-consentido de la afición al lado de Miguel y David llenaron ese vacío que había en nuestra fiesta, pero desde su retiro voluntario el de Tula no volvió a vestir de luces y desde entonces la fiesta en mi país cayó en un bache del que en mi opinión nunca se ha recuperado.

Si, si, ya sé lo que muchos me van a reprochar: ¿Y el Zotoluco?

Al Chintololo le tocó soportar el peso de ser primera figura del toreo durante mucho tiempo esperando que surgiera un torero cuña, que le apretara tarde a tarde y si, surgieron nombres, pero al poco tiempo se fueron diluyendo.

El mérito de Lalo fué soportar el peso de las ferias y de las temporadas como la carta más alta de nuestra baraja, pero para mí Lalo siendo tan poderoso con la muleta no me decía absolutamente nada.

Admiré su valor, su incansable afán por mantener su sitio pero su toreo resultaba desangelado y la verdad es que en más de varias ocasiones me provocó el aburrimiento.

Viéndolo torear una tarde, podía yo predecir cómo iba a estar las otras tantas tardes y no, no fué nunca mi torero por miles de cualidades que tuviera.

Y una enorme lista de aspirantes que quisieron sacar la cabeza, unos con más cualidades que otros pero nunca un referente, una figura de peso.
Malas administraciones, dudas, pocas oportunidades, no lo sé, el hecho es de que sinceramente no ha podido cuajar un buen proyecto y miren que toreos hay, si, pero insisto, ninguno con el arrastre de los que mencionabamos líneas arriba.

Mientras todo esto pasaba, figuras españolas venían consolidando sus carreras: Enrique Ponce, José Tomás, Julián López "El Juli", Alejandro Talavante, que por cierto cayeron de pié ante la afición de nuestro país y agarraron el ritmo al toro mexicano rápidamente hasta conseguir que el público les arropara con un singular cariño.

Anteriormente Paco Camino, Sebastián Palomo Linares, Pedro Gutiérrez Moya "El niño de la capea" y José María Manzanares gozaban de la preferencia de nuestro público quien simpre les prodigó un trato muy especial considerándolos consentidos.

Para mi menda, solo el toreo de "pellizco", aquel toreo de detalles artísticos es el que me mueve y conmueve, aquél, el toreo de academia muy planchado y almidonado, nomás no. 

Yo pagaba un boleto con gusto por ver a un artista dominar la embestida de las reses con un acento especial, con notas que se distiguieran del resto de los demás, ejecutando las suertes con torería, con garbo y no como muchos coletas que incluso hasta el paseíllo lo hacen a toda prisa como si se tratara de una competencia y hasta para desprenderse del capote de paseo lo hacen al aventón o aquellos que con desenfado se descalzan, tirando las zapatillas a un lado en un gesto vulgar de menosprecio a un accesorio tan importante y bello como parte del vestido de torear.

Pero esas benditas costumbres que tienen ahora algunos toreros...

Siempre simpaticé con Rodolfo Rodríguez "El Pana", porque significaba para mí el rescate de muchos valores en la fiesta brava.

Se prodigaba en los lances y pases antiguos con ese característico acento asilveriado imprimiendo dimensión a su toreo.

Una pena que algunas tardes la madre suerte no le favoreció y las cosas le salían a cuenta gotas pero fuí a verle siempre con la esperanza de que cuajara a un toro y se catapultara hasta el sitio máximo.

Luego sus dudas, su vida disipada, errores con la espada, fueron alejándome de la idea de verle consagrarse hasta que en la recta final de su vida, aquel mes de Enero de 2007 con "Rey Mago" de Garfias, armó el taco la tarde de su despedida que a la postre significó su regreso.

Esa tarde me sentí reconfortado, como cuando pagas una vieja deuda y quedas en paz con tu concincia, eso justamente fué lo que sentí esa tarde.

El 2 de Junio de 2016, cerro sus ojos "El Pana" y también me dejó con el anhelo de encontrar mi referente.


Y cuando mis esperanzas estaban rotas por no encontrar un esteta con aroma, con un sentido afinado del arte, viene pisando fuerte un torero andalúz entrado en carnes, agitanado con la melena relamida y la patilla profusa.

Romántico de la vida lo mismo echando una "cascarita" futbolera con los amigos del barrio que paseando con abrigo y chistera por la calle paladeando un enorme puro.

José Antonio Morante Camacho es direfente, si, diferente en todo lo que hace.

 Y lo que hace, lo hace muy bien, cogiendo el ritmo de las embestidas para embarcar al animal desde su salida en veronicas lárgas y aterciopeladas, con el mentón encajado en el pecho y  de manos altas como en el toreo de antaño para luego, rematar con esas medias veronicas abelmontadas dejándose al toro en la espalda y arrancando un estrepitoso !olé¡.

¿Pero y las demás figuras?

Si, sin duda Enrique Ponce es un maestro en tauromaquia que ha logrado un dominio absoluto de las suertes.

"El Juli" torero hasta cerebral al que le he visto resolver verdaderos crucigramas en la cara del toro.

José Mari, gran torero y gran artista, depositario de esa vasta herencia que le viene desde la cuna.

Alejandro Talavante una gran figura con un gran sitio.

José Tomás, entre el surrealismo mercadológico y el tremendismo pero eso si, valiente de a de veras sin pedirle nada a nadie y sin duda un referente para muchos.

Algunos lo verán como el Mito o el Dios de piedra, yo simplemente le admiro como una figura de gran valor.

Compararlo con Manolete me resulta hasta en extremo morboso de parte de algunos desorientados.

Manolete fue el torero de la época de la post-guerra y fue un adelantado a la suya, pero eso de establecer comparaciones, la verdad me resulta tan hilarante como absurdo vamos, ni en el fondo ni en la forma, pero ya me dirá alguno de ustedes si les interesa debatir el tema.

Y existen muchos otros matadores de diferente estilo: Perera, Juan José Padilla, Antonio Ferrera, David Fandila, Diego Urdiales, Paco Ureña, Román, Garrido, Juan del Alamo, Castella, Rafaelillo, Ginés Marín y todo el esclafón de toreros españoles que vienen abriendose paso.

Pero no, con todos los atributos que puedan llegar a tener simplemente es que algunos no me transmiten nada y el algunos casos como el de Alberto López Simón, nada de nada.

!Pero un momento¡

¿Acaso han parado los relojes?

¿Porqué este torero de la Puebla del Río es capáz de torerar al "ralentí" como en el patio de su casa apenas despeinándose?

¡Cuanta majeza y cuánta gracia! 

Me remonto como en una máquina del tiempo que me hace viajar a aquellas tardes de Guerrita de Machaquito, de Don Rafaé "Er Gallo" y de tantas otras leyendas que forjaron el toreo.

¿Cómo debió ser una corrida a principios del siglo XX?

¿Y los toros? 

Del Duque de Veragua, de Concha y Sierra, de Miura, ganaderías legendarias que escribieron páginas célebres en los anales de la historia del toreo y que sirvieron de simiente a tantas otras de la actualidad.

¿Pero cómo era aquel toro de principios del Siglo XX? 

¿Acaso era el megalodonte que sale en la actualidad en algunos cosos de España con descomunales puñales en la testa?

¿En algunos casos faltos de casta, reservones, mansos con peligro o esos que pegan arreones desarrollando genio?

Si, entiendo que habrá que salirle a todo pero toda proporción guardada.

Recuerdo la última tarde de Rafaél Rubio "Rafaelillo" en Pamplona con los Miuras este año. Me sentí como en un circo romano con aquel gladiador de valor espartano víctima de las acometidas de aquel toro que no se dejaba meter la mano y entonces el toreo de recursos de doblones de pitón a pitón sin poder instrumentar algún pase en redondo, siempre a la defensiva para evitar perder la cabeza en un derrote y desde luego la entrega del público a la labor tesonera de Rafaél.


Me dejó una profunda reflexión: ¿Es posible que estas luchas signifiquen un deleite para mis sentidos o cuál es el propósito de ver a un hombre, valiente si a carta cabal, corriendo frente a la cara del toro para extraerle un pase sin que este le enganche la muleta o lo enganche a él?
Si el toreo es una expresión de arte: ¿entonces dónde está el propósito de salir a pelear contra la bestia quitándose los hachazos?

No, simplemente no es el espectáculo que más disfruto. 

Admiro el valor de los toreros, pero lo que más disfruto es cuando estos, habiendo dominado la técnica y los terrenos, comienzan a hacer arte, comienzan a crear y recrearse en evoluciones de movimientos cadenciosos y rítmicos acompañando la embestida de la res, templando esta embestida en pases aletargados digamos, abandonándose.

Haciendo que el toreo sea efectivamente una actividad del espíritu.

Esa magia es la que me sublima al punto de ser una experiencia liberadora, una verdadera catarsis que al contener el aliento ante el peligro inminente de la cornada te envuelve entre pase y pase.

Eso solo muy pocos toreros me lo han hecho sentir: Enrique Ponce, Curro Díaz, José Mari Manzanarez, Alejandro Talavante y desde luego y más que ningún otro: José Antonio Morante.

Es por eso que después del anuncio que hizo el de La Puebla del Río después de su comparescencia en El Puerto de Santa María amenazando con retirarse por una temporada y exponiendo sus razones, puedo llegar a entender a qué se refiere cuando denosta el comportamiento de algunos jueces.

Me sorprende únicamente que estando acartelado para un compromiso, su administración acceda a ciertos condicionamientos de parte de autoridades y empresas en cuanto a la presencia del ganado.

Pero tal como fue el caso del desnivel en el ruedo de Madrid y que con tino José Antonio consignó en su momento, el llamado que hace a las autoridades en esta ocasión es súmamente legítimo y adopta un papel transcendental en el futuro de la fiesta brava porque va en favor no solo de los toreros de arte como él, sino de los novilleros que apenas comienzan en esto y ven truncadas sus aspiraciones con ganado que lejos de significar una verdadera oportunidad, propone el declive de su incipiente carrera.

No, de ninguna manera justifico que figuras de la talla de Morante accedan a torear toros comoditos, bajitos de presencia y trapío y que aparte embistan bobos a la muleta como mansos corderitos: !por supuesto que no!.

Lo que si puedo entender es que toreros de la calidad de los anteriores simplemente no lucen sus atributos con aquellos megalodontes resabiados porque en artículos anteriores ya lo había yo mencionado (Pincha aquí).

Aunque todas estas consideraciones no pasan de ser un simple punto de vista muy personal, solo eso.

Así que después de este anuncio de Morante, yo también estoy pensando en retirarme que la verdad y dicho sea de paso, vienen siendo escasas las oportunidades que tengo de alimentar el espíritu y por otro lado estoy ya un poquito saturado de ver faenas de pases a destajo sin estructura, de toreo efectista, tremendista y hasta ensimista.

Es por esa razón y sin querer quitarle méritos a nadie, toreros del corte de Roca Rey o Román por ejemplo, siempre mantendrán un cartel muy elevado y serán imprescindibles para las empresas pero yo, es que simplemente no he venido a eso a ver demostraciones de temeridad hasta inconciente al punto de dejarse enganchar la muleta en cada serie sin temple, pases en redondo como maquilados uno atrás de otro y con rapidéz, con prisa  digamos como el título de la película: "Rápidos y furiosos", eso a mi no me nutre.

Ya les contaré que pasará pero el anuncio de mi torero me produce hoy un enorme dejo de tristeza por un lado aunque también puedo entenderlo perfectamente por otra parte.

Ya estoy leyendo a aquellos amargados ponderar las cualidades de José Antonio cuando a este se le eche de menos en los carteles. 

Amargados como aquel pseudo-periodista de redes sociales José Mata que nunca fué torero, que lo más cerca que ha tenido una res es cuando ha arremetido a mordidas a un filete con papas pero que tiene una mala leche, que Dios guarde la hora.

Si, ya los estoy viendo, leyendo e incluso oyendo.
    

EL RECUENTO DE LOS RESULTADOS