martes, 29 de agosto de 2017

EN CONCEPTO DE MIS EMOCIONES


Aún recuerdo aquella edad en la que de la mano de mi padre asistía a la plaza de toros.

Afuera, una gran algarabía, gritos de vendedores, música viva en las calles y aquel peculiar aroma de la comida de los puestos ambulantes.

Aroma de tabaco puro o el perfume de aquellas damas que confluían en la plaza para ver a El Cordobés, a Diego Puerta a Manuél Capetillo, al Calesero, a Jaime Rangél a Raúl Contreras "Finito" a Alfredo Leal y tantos otros toreros de la época.

Figurones de otros tiempos

Una monumental botarga de una botella de Pepsi-Cola daba la vuelta al ruedo y el infaltable anuncio de los monosabios que advertían que las personas que fueran sorprendidas arrojando cojines al ruedo, serían consignadas a las autoridades.

 Y durante mucho tiempo, la vuelta al ruedo de las pancartas de anunciantes como aquella marca famosa de muebles para oficina o de aquellas toallas que se anunciaban como las: "que sí secan de verdad".

Todo este preámbulo marcaba el inicio del festejo y aquella puerta de cuadrillas cuyo anuncio de una marca de famosos relojes se abría en punto de las cuatro de la tarde para dar paso a las infanterías y los matadores que habrían de participar en la corrida.

Los colores vibrantes de los trajes de luces que centelleaban al roce del sol eran un espectáculo único, multicolor, que se mezclaba con aquellos aromas en el tendido y el fondo musical del pasodoble interpretado por la banda de música no sé si bajo la dirección seguramente de Don Genaro Núñez.

¡Cuántas emociones!

En aquel entonces me emocionaba yo como chaval que era y veía a aquellos matadores como seres mitológicos desplegando sus capotes de brega jugando los brazos al aire en verónicas de tanteo como lo hacen los músicos que afinan sus instrumentos antes de comenzar  ejecutar una "suite".

En aquel entonces no me preocupaba mucho que el coleta en turno no le cogiera la distancia al burel o si usaba el pico de la muleta para citar, o si el toro tenía una embestida desclasada si era soso, si el matador codilleaba, si se aliviaba con pases por alto, no, la verdad es que como incipiente aficionado disfrutaba aún más de aquél espectáculo sin entrar en las complejidades de los razonamientos técnicos que hoy, en honor a la verdad, a veces me incomodan.

Y dicho sea esto sin otra intención que poder precisar que los conocimientos en el arte de Cúchares lo que vinieron a descubrirme es que eran muchas otras situaciones que en aquellos tiempos no había observado.

Disfrutaba el espectáculo por sí mismo, sin complejos.

Hoy, ciertamente veo mil defectos y como en el caso de muchos "puristas", exijo más pero muy en el fondo anhelo aquella dicha tan grande que mi espectáculo favorito me proporcionaba cada vez que salía "el de las patas negras" por la puerta de los sustos.

Ahora puedo ver, al de las patas negras: acochinado, agalgado, degollado, cari-avacado, zancudo, estragado, cornipaso, cimbareto, capacho y corni-corto y todo un catálogo de defectos morfológicos que con el correr de los años fuí aprendiendo y si, gané en conocimientos la verdad es que perdí mucha de mi capacidad de asombro.

Preocupado ahora por las distancias y afilando el agudo sentido de la crítica, mi concepto de la estética y el mando me llevan a buscar la cási perfección en las suertes, deseando ver faenas con base a pases engarzados de series generosas y reunidas donde el "embroque" es la piedra angular en la ejecución de estos, fundamentado en las distancias  pero dejando a un lado mi capacidad de asombro.

De tal manera, mis valoraciones se basan en el dominio de los terrenos y en la capacidad del torero para resolver los problemas en la cara del toro sin dejarse enganchar la muleta.

He visto desfilar a muchos toreros que manejan un concepto muy moderno en lo que a tauromaquia se refiere y aunque sus ejecuciones pueden resultar ortodoxas y técnicamente impecables, la verdad es que algunas, muchas veces las encuentro carentes de emoción.


O al menos es en lo que en concepto de mis emociones: no transmiten gran cosa o me dicen nada.

Y entonces puedo advertir las más diversas críticas en torno a una misma faena: que el toro no embestía, que si era falto de raza, que si el encaste, que no tenía fondo, que se rajó, que no transmitía, que al matador le hizo falta empeño, que nunca le tomó la distancia, que no le perdía pases, que lo ahogó y un sin fin de consideraciones y todo para dar a entender que no se produjo la magia del toreo, que no bajaron los duendes.


Y los medios electrónicos que juegan un importantísimo papel en cuanto a la información que se genera en los países del planeta taurino nos permiten conocer en tiempo real los resultados de una corrida o de una novillada al alcance de la mano.

Tecnología al servicio de la fiesta.

Pero...

¿Y hasta qué punto estos avances en tecnologías de la información benefician al espectáculo?

¿Saben?

Repasando las redes sociales puedo notar que existe un sin fin de opiniones encontradas que es bien difícil unificar.
Y, toda proporción guardada, dichas plataformas son como una enorme torre de Babél, donde cási nadie se entiende y cuando el entendimiento escasea, se vuelven en la plataforma idónea para dar rienda suelta al encono, a la agresión y la descalificación de aquellos que simplemente no comparten puntos de vista.

¿Yo?

Me mantengo al margen de este juego turbio.
Es por decirlo de alguna forma: "La hoguera de las vanidades".
Espacios de opiniones de muchos que dicen ser conocedores de la fiesta y que actúan hasta con un dejo de arrogancia al manifestar estos puntos de vista como dueños de la verdad absoluta.

Prefiero recordar la magia que provocaba en mí aquel espectáculo vibrante tan leno de colores, sabores y aromas cuando mi padre me llevaba de la mano y cuando con muchísima ilusión y sin prejuicios simplemente gozaba de todo lo que acontecía alrededor de la plaza.

Aún lo recuerdo y es el pozo de vida que alimenta a mi espíritu cuando disfruto del espectáculo incomparable de una corrida de toros.

Dirigida por Carlos Velo y producida por Manuel Barbachano Ponce allá por el año de 1956, la película documental Torero, narra las peripecias del "Berrendito de San Juan" Luis Procuna Montes en un relato fílmico cási épico que nos transporta a una época anterior a la descrita al principio de este recuento pero que está impregnada de aquel sabor que el toreo moderno de distancias cortas y pases cási perfectos está muy lejos de tener.

¿Que hoy se torea más bonito?

Esa es una cuestión de percepción.

Por lo pronto para mí, la práctica del toreo ha ganado mucho en cuanto a la técnica, por lo pronto la técnica en la selección genética del ganado y luego la técnica en el dominio de los terrenos y de las suertes, haciendo por momentos ver a un toro manso de ida y de vuelta y un torero dominador que realiza con facilidad lo que resulta en verdad difícil.

Son cuestiones profundas que me llevan a reflexionar en el tema de la evolución tan necesaria del toreo.

Si estos hombres hacen ver que la práctica del toreo es fácil desde la perspectiva de que el toro es un animal colaborador más que aquella fiera bravía que en otras épocas le proponía un crucigrama difícil de resolver, de pronto pareciera que muchas de las faenas en la actualidad son como "maquiladas" digamos; como si fueran confeccionadas en serie y, entonces me enfrento a un cuestionamiento profundo: ¿acaso el público asistente a las plazas de toros podrá verse atraido por un espectáculo de esta índole el día de mañana?

O es que tendremos que crear generaciones de taurinos que por costumbre y tradición familiar, acudan a las plazas movidos más por estos razonamientos que por la necesidad de encontrar un espectáculo donde exista un riesgo latente y en donde el hombre realice verdaderas hazañas.

Es como si toda proporción guardada, David Copperfield mostrara el secreto de sus actos de ilusionismo y dejara al descubierto su técnica.
Me pregunto si el público seguiría pagando un boleto por verle.

El riesgo sigue estando ahí: la muerte sigue siendo una moneda de cambio para aquellos que se atreven a enfrentar al toro bravo en cualquier plaza de toros si, sin lugar a dudas y por desgracia a últimas fechas, la muerte nos ha cobrado factura y nos demuestra que el peligro sigue estando presente.

Aquí el asunto que habrá que ponderar es que el toreo tendrá que dar un golpe de timón y renovarse con aires e ideas frescas que le permitan captar la atención del público en general, porque los aficionados seguiremos asistiendo a las plazas, pero y en el futuro: ¿Cuál será el público que asista a las plazas de toros para darle sustento al espectáculo?

Enrique Ponce
Por fortuna, el cambio se viene gestando de la mano de algunos ponentes como el caso de Enrique Ponce, que aparte de ser un maestro en la ejecución de las suertes, se ha permitido innovar con evoluciones interesantes tanto con capote como con muleta y yo he de agradecerle al menos que lo intente por descabellado que este intento pueda parecer.

Existen otros casos como el de Paco Ureña o el de Antonio Ferrera que me llevan a re-encontrarme con la expectación de querer ver a un torero que sale tarde con tarde a "rifársela", así como también lo hace Rafaél Rubio "Rafaelillo" o el mismo Juan José Padilla, aunque estas tauromáquias no sean completamente afínes a mis gustos, pero la emoción está allí y eso tiene para mí un valor agregado en una época en la que lo aparentemente fácil, está callendo en el tedio.

Lo demás en concepto de mis emociones no me da frío ni calor ¡ni ná!

Cláro hombre: que yo, sigo esperando la reaparición de mi torero, el de la Puebla del Río, pero ese, el toreo de Morante no tiene edad, tiene sí aroma de otras épocas y no necesita evolución, simplemente necesita sentimiento y pasión de enamorado, como la de José Antonio a quien si le asisten los "duendes", podrá hacerme retomar el punto de partida durante su reaparición en la próxima temporada, aunque me tenga que conformar con ver los resúmenes de las corridas porque al parecer "usía" pretende entre otras cosas, no dejarse televisar.

Y yo, es que no me la creo.

martes, 15 de agosto de 2017

DICEN QUE NO SE SIENTEN LAS DESPEDIDAS


Aquella tarde abrileña de 1925 en el viejo Toreo de la colonia Condesa  el patriarca del toreo en México, el Indio Grande, el Califa de León Don Rodolfo Gaona, dijo adiós a los ruedos.

Se cerraba una página más en el toreo de nuestro país y en el toreo mundial por la importancia que el Califa tuvo al pelearle a aquellos mounstruos como Juan Belmonte y José Gómez "Gallito" dándoles un buen baño algunas tardes.

Esa tarde de Abril muchos aficionados tomaron la decisión de retirarse junto con el Califa de León y en verdad es que cuentan anécdotas de conocedores de la época; jamás volvieron a pisar una plaza de toros después de su despedida.

Años más tarde cuando asistí a la despedida de Manolo Martínez un mes de Mayo de 1982 en la Plaza de toros México pude entender de alguna forma el sentir de aquellos aficionados que tomaron tal decisión cuando le hicieron segunda a su ídolo.

Pero siempre he sido un enamorado de la fiesta brava por lo que no iba de ninguna forma a declinar en mi gusto de ver y disfrutar de mi espectáculo favorito por fuertes que fueran mis lazos con mi ídolo.

Surgieron después algunos que teniendo la "onza", simplemente les faltó llegar a constituirse como verdaderos mandones, así como Manolo.

Ahí estaba Miguel Espinosa Armillita que se prodigaba con el toreo de muleta con la mano izquierda como nadie y que se fué diluyendo, deslavando una tarde si y otra también.

Y cuando me encontraba huérfano, sin referente alguno y a la deriva, como  el ave Fenix resurge la figura insustituíble de David, el Rey David.

Silveti aparte de ser un excelente toreo fue siempre una persona recta, honesta que siempre actuó con enorme entrega en el ejercicio de su profesión no dejándose nada y poniéndolo todo.

Esa falta de recursos físicos para irse de la cara del toro y reponer pasos supondría la cornada inminente y si, su toreo resultaba angustiante por el terreno tan comprometido que pisaba, pero luego sus enormes recursos y su gran corazón le hacían permanecer en ese sitio para ligar pases ahí donde había que quedarse quieto.

Hasta que presa de sus demonios decidió cortar con su vida dejando a nuestra fiesta acéfala, porque matadores de toros habrá habido muchos y con cualidades indudables, pero con el arrastre de los anteriores, en verdad lo dudo.

Jorge Gutiérrez el super-consentido de la afición al lado de Miguel y David llenaron ese vacío que había en nuestra fiesta, pero desde su retiro voluntario el de Tula no volvió a vestir de luces y desde entonces la fiesta en mi país cayó en un bache del que en mi opinión nunca se ha recuperado.

Si, si, ya sé lo que muchos me van a reprochar: ¿Y el Zotoluco?

Al Chintololo le tocó soportar el peso de ser primera figura del toreo durante mucho tiempo esperando que surgiera un torero cuña, que le apretara tarde a tarde y si, surgieron nombres, pero al poco tiempo se fueron diluyendo.

El mérito de Lalo fué soportar el peso de las ferias y de las temporadas como la carta más alta de nuestra baraja, pero para mí Lalo siendo tan poderoso con la muleta no me decía absolutamente nada.

Admiré su valor, su incansable afán por mantener su sitio pero su toreo resultaba desangelado y la verdad es que en más de varias ocasiones me provocó el aburrimiento.

Viéndolo torear una tarde, podía yo predecir cómo iba a estar las otras tantas tardes y no, no fué nunca mi torero por miles de cualidades que tuviera.

Y una enorme lista de aspirantes que quisieron sacar la cabeza, unos con más cualidades que otros pero nunca un referente, una figura de peso.
Malas administraciones, dudas, pocas oportunidades, no lo sé, el hecho es de que sinceramente no ha podido cuajar un buen proyecto y miren que toreos hay, si, pero insisto, ninguno con el arrastre de los que mencionabamos líneas arriba.

Mientras todo esto pasaba, figuras españolas venían consolidando sus carreras: Enrique Ponce, José Tomás, Julián López "El Juli", Alejandro Talavante, que por cierto cayeron de pié ante la afición de nuestro país y agarraron el ritmo al toro mexicano rápidamente hasta conseguir que el público les arropara con un singular cariño.

Anteriormente Paco Camino, Sebastián Palomo Linares, Pedro Gutiérrez Moya "El niño de la capea" y José María Manzanares gozaban de la preferencia de nuestro público quien simpre les prodigó un trato muy especial considerándolos consentidos.

Para mi menda, solo el toreo de "pellizco", aquel toreo de detalles artísticos es el que me mueve y conmueve, aquél, el toreo de academia muy planchado y almidonado, nomás no. 

Yo pagaba un boleto con gusto por ver a un artista dominar la embestida de las reses con un acento especial, con notas que se distiguieran del resto de los demás, ejecutando las suertes con torería, con garbo y no como muchos coletas que incluso hasta el paseíllo lo hacen a toda prisa como si se tratara de una competencia y hasta para desprenderse del capote de paseo lo hacen al aventón o aquellos que con desenfado se descalzan, tirando las zapatillas a un lado en un gesto vulgar de menosprecio a un accesorio tan importante y bello como parte del vestido de torear.

Pero esas benditas costumbres que tienen ahora algunos toreros...

Siempre simpaticé con Rodolfo Rodríguez "El Pana", porque significaba para mí el rescate de muchos valores en la fiesta brava.

Se prodigaba en los lances y pases antiguos con ese característico acento asilveriado imprimiendo dimensión a su toreo.

Una pena que algunas tardes la madre suerte no le favoreció y las cosas le salían a cuenta gotas pero fuí a verle siempre con la esperanza de que cuajara a un toro y se catapultara hasta el sitio máximo.

Luego sus dudas, su vida disipada, errores con la espada, fueron alejándome de la idea de verle consagrarse hasta que en la recta final de su vida, aquel mes de Enero de 2007 con "Rey Mago" de Garfias, armó el taco la tarde de su despedida que a la postre significó su regreso.

Esa tarde me sentí reconfortado, como cuando pagas una vieja deuda y quedas en paz con tu concincia, eso justamente fué lo que sentí esa tarde.

El 2 de Junio de 2016, cerro sus ojos "El Pana" y también me dejó con el anhelo de encontrar mi referente.


Y cuando mis esperanzas estaban rotas por no encontrar un esteta con aroma, con un sentido afinado del arte, viene pisando fuerte un torero andalúz entrado en carnes, agitanado con la melena relamida y la patilla profusa.

Romántico de la vida lo mismo echando una "cascarita" futbolera con los amigos del barrio que paseando con abrigo y chistera por la calle paladeando un enorme puro.

José Antonio Morante Camacho es direfente, si, diferente en todo lo que hace.

 Y lo que hace, lo hace muy bien, cogiendo el ritmo de las embestidas para embarcar al animal desde su salida en veronicas lárgas y aterciopeladas, con el mentón encajado en el pecho y  de manos altas como en el toreo de antaño para luego, rematar con esas medias veronicas abelmontadas dejándose al toro en la espalda y arrancando un estrepitoso !olé¡.

¿Pero y las demás figuras?

Si, sin duda Enrique Ponce es un maestro en tauromaquia que ha logrado un dominio absoluto de las suertes.

"El Juli" torero hasta cerebral al que le he visto resolver verdaderos crucigramas en la cara del toro.

José Mari, gran torero y gran artista, depositario de esa vasta herencia que le viene desde la cuna.

Alejandro Talavante una gran figura con un gran sitio.

José Tomás, entre el surrealismo mercadológico y el tremendismo pero eso si, valiente de a de veras sin pedirle nada a nadie y sin duda un referente para muchos.

Algunos lo verán como el Mito o el Dios de piedra, yo simplemente le admiro como una figura de gran valor.

Compararlo con Manolete me resulta hasta en extremo morboso de parte de algunos desorientados.

Manolete fue el torero de la época de la post-guerra y fue un adelantado a la suya, pero eso de establecer comparaciones, la verdad me resulta tan hilarante como absurdo vamos, ni en el fondo ni en la forma, pero ya me dirá alguno de ustedes si les interesa debatir el tema.

Y existen muchos otros matadores de diferente estilo: Perera, Juan José Padilla, Antonio Ferrera, David Fandila, Diego Urdiales, Paco Ureña, Román, Garrido, Juan del Alamo, Castella, Rafaelillo, Ginés Marín y todo el esclafón de toreros españoles que vienen abriendose paso.

Pero no, con todos los atributos que puedan llegar a tener simplemente es que algunos no me transmiten nada y el algunos casos como el de Alberto López Simón, nada de nada.

!Pero un momento¡

¿Acaso han parado los relojes?

¿Porqué este torero de la Puebla del Río es capáz de torerar al "ralentí" como en el patio de su casa apenas despeinándose?

¡Cuanta majeza y cuánta gracia! 

Me remonto como en una máquina del tiempo que me hace viajar a aquellas tardes de Guerrita de Machaquito, de Don Rafaé "Er Gallo" y de tantas otras leyendas que forjaron el toreo.

¿Cómo debió ser una corrida a principios del siglo XX?

¿Y los toros? 

Del Duque de Veragua, de Concha y Sierra, de Miura, ganaderías legendarias que escribieron páginas célebres en los anales de la historia del toreo y que sirvieron de simiente a tantas otras de la actualidad.

¿Pero cómo era aquel toro de principios del Siglo XX? 

¿Acaso era el megalodonte que sale en la actualidad en algunos cosos de España con descomunales puñales en la testa?

¿En algunos casos faltos de casta, reservones, mansos con peligro o esos que pegan arreones desarrollando genio?

Si, entiendo que habrá que salirle a todo pero toda proporción guardada.

Recuerdo la última tarde de Rafaél Rubio "Rafaelillo" en Pamplona con los Miuras este año. Me sentí como en un circo romano con aquel gladiador de valor espartano víctima de las acometidas de aquel toro que no se dejaba meter la mano y entonces el toreo de recursos de doblones de pitón a pitón sin poder instrumentar algún pase en redondo, siempre a la defensiva para evitar perder la cabeza en un derrote y desde luego la entrega del público a la labor tesonera de Rafaél.


Me dejó una profunda reflexión: ¿Es posible que estas luchas signifiquen un deleite para mis sentidos o cuál es el propósito de ver a un hombre, valiente si a carta cabal, corriendo frente a la cara del toro para extraerle un pase sin que este le enganche la muleta o lo enganche a él?
Si el toreo es una expresión de arte: ¿entonces dónde está el propósito de salir a pelear contra la bestia quitándose los hachazos?

No, simplemente no es el espectáculo que más disfruto. 

Admiro el valor de los toreros, pero lo que más disfruto es cuando estos, habiendo dominado la técnica y los terrenos, comienzan a hacer arte, comienzan a crear y recrearse en evoluciones de movimientos cadenciosos y rítmicos acompañando la embestida de la res, templando esta embestida en pases aletargados digamos, abandonándose.

Haciendo que el toreo sea efectivamente una actividad del espíritu.

Esa magia es la que me sublima al punto de ser una experiencia liberadora, una verdadera catarsis que al contener el aliento ante el peligro inminente de la cornada te envuelve entre pase y pase.

Eso solo muy pocos toreros me lo han hecho sentir: Enrique Ponce, Curro Díaz, José Mari Manzanarez, Alejandro Talavante y desde luego y más que ningún otro: José Antonio Morante.

Es por eso que después del anuncio que hizo el de La Puebla del Río después de su comparescencia en El Puerto de Santa María amenazando con retirarse por una temporada y exponiendo sus razones, puedo llegar a entender a qué se refiere cuando denosta el comportamiento de algunos jueces.

Me sorprende únicamente que estando acartelado para un compromiso, su administración acceda a ciertos condicionamientos de parte de autoridades y empresas en cuanto a la presencia del ganado.

Pero tal como fue el caso del desnivel en el ruedo de Madrid y que con tino José Antonio consignó en su momento, el llamado que hace a las autoridades en esta ocasión es súmamente legítimo y adopta un papel transcendental en el futuro de la fiesta brava porque va en favor no solo de los toreros de arte como él, sino de los novilleros que apenas comienzan en esto y ven truncadas sus aspiraciones con ganado que lejos de significar una verdadera oportunidad, propone el declive de su incipiente carrera.

No, de ninguna manera justifico que figuras de la talla de Morante accedan a torear toros comoditos, bajitos de presencia y trapío y que aparte embistan bobos a la muleta como mansos corderitos: !por supuesto que no!.

Lo que si puedo entender es que toreros de la calidad de los anteriores simplemente no lucen sus atributos con aquellos megalodontes resabiados porque en artículos anteriores ya lo había yo mencionado (Pincha aquí).

Aunque todas estas consideraciones no pasan de ser un simple punto de vista muy personal, solo eso.

Así que después de este anuncio de Morante, yo también estoy pensando en retirarme que la verdad y dicho sea de paso, vienen siendo escasas las oportunidades que tengo de alimentar el espíritu y por otro lado estoy ya un poquito saturado de ver faenas de pases a destajo sin estructura, de toreo efectista, tremendista y hasta ensimista.

Es por esa razón y sin querer quitarle méritos a nadie, toreros del corte de Roca Rey o Román por ejemplo, siempre mantendrán un cartel muy elevado y serán imprescindibles para las empresas pero yo, es que simplemente no he venido a eso a ver demostraciones de temeridad hasta inconciente al punto de dejarse enganchar la muleta en cada serie sin temple, pases en redondo como maquilados uno atrás de otro y con rapidéz, con prisa  digamos como el título de la película: "Rápidos y furiosos", eso a mi no me nutre.

Ya les contaré que pasará pero el anuncio de mi torero me produce hoy un enorme dejo de tristeza por un lado aunque también puedo entenderlo perfectamente por otra parte.

Ya estoy leyendo a aquellos amargados ponderar las cualidades de José Antonio cuando a este se le eche de menos en los carteles. 

Amargados como aquel pseudo-periodista de redes sociales José Mata que nunca fué torero, que lo más cerca que ha tenido una res es cuando ha arremetido a mordidas a un filete con papas pero que tiene una mala leche, que Dios guarde la hora.

Si, ya los estoy viendo, leyendo e incluso oyendo.
    

miércoles, 5 de abril de 2017

DE BORRACHOS Y GRITONES ESTAN LLENOS LOS PANTEONES


¿Es nuestra forma de ser digna de nuestras raíces y de nuestra cultura?

Veamos, dicho de otra forma: ¿Sabemos los mexicanos comportarnos de forma civilizada y digna en espectáculos públicos?

Está demostrado que no, que por desgracia no es así y que nuestro comportamiento ha dejado mucho que desear incluso en eventos de corte internacional donde los mexicanos han dado la peor nota, como aquel célebre compatriota al que se le ocurrió orinar sobre la llama del soldado desconocido durante la celebración del mundial de futbol en Francia '98.

El grito futbolero censurado por FIFA
Y este comportamiento nefasto que nos distingue sigue trascendiendo y esta vez pudiera traernos consecuencias desagradables como el veto a nuestro queridísimo Estadio Azteca por una situación penosa de un grito que la FIFA ha considerado homofóbico y esto por decir lo menos, porque eventualmente podría poner a nuestro país fuera de la justa mundialista.


Dicho sea de paso y a todas luces este insulto del público a los jugadores de escuadras rivales resulta ofensivo para los aficionados de países hispano-parlantes que entienden este término a la perfección en su correcta dimensión e intención, así que ahí está un asunto por demás penoso.

A pesar de las miles de recomendaciones de la Federación Mexicana de Futbol y otras instancias, al público simple y sencillamente le ha importado un cacahuate y sigue manifestándose de esta forma a pesar de los riesgos que ya hemos mencionado.

Si algo nos distingue, es que nosotros hacemos mofa de nosotros mismos y así como si nada, incorporamos a nuestras expresiones diarias y a nuestro lenguaje descalificaciones para toda la gente por sus características físicas o por sus discapacidades.

A esta forma de agraviar a la gente se le llama en buen español abuso, aunque el término más aceptado y que está de moda es en idioma inglés: "Bullying" .

Estas descalificaciones pueden ser de todo orden y no se respetan ni clases sociales, ni color de raza, ni credos y mucho menos orientación sexual.

Es algo que literalmente los mexicanos "mamamos" desde la cuna y suponen patrones de conducta que se repiten generación tras generación practicando estas agresiones incluso al interior del grupo familiar porque desde la más tierna edad ya somos parte de un problema sin solución.

"De borrachos y gritones..."
Las plazas de toros no están exentas de este tipo de manifestaciones de los asistentes, con algo más: dan cabida a personas proclives a proferir insultos para obtener un protagonismo efímero al soltar un grito ocurrente que provoque hilaridad y les otorgue notoriedad a punto de que haya personajes recurrentes en este tipo de manifestaciones que hasta se han hecho de cierta fama como el célebremente conocido "Profesor".

Personaje forjado a base de lanzar gritos en el tendido de sol que solo sirven para distraer a los concurrentes y hasta a los toreros actuantes sin importarle que un hombre se esté jugando el físico en ese momento.

¿Y cuántos otros así?

Célebre también aquel porrista que solía vociferar: ¡"Y que feliz estoy, y que feliz estoy, porque no traje a mi vieja ca..."!

La broma, el albur, la burla, el comentario cachondo y a veces la agresión verbal  son los recursos más utilizados por estos personajes que encuentran en el espectáculo taurino, una oportunidad para manifestarse ante el público asistente que con afán de divertirse celebra toda suerte de comentarios, algunos de ellos ingeniosos y otros verdaderamente aberrantes y hasta molestos de estos merolicos con complejo de voceadores.

Conocí a algunos personajes pintorescos como aquel famoso Hilario Pérez el famoso "Pato", célebre por la facilidad con la que profería insultos a los jueces de plaza enfrentando varios conflictos con la autoridad por esta situación.

Recuerdo que el periodista Angel Díaz de León recriminó a Hilario el pasarse toda una tarde dedicando insultos a los jueces de plaza, motivo por el que durante el desarrollo de la corrida, el Doctor Pérez y Fuentes le aplicó una multa anunciandolo por el sonido local.

Díaz de León felicitó al juez de plaza por tan atinada medida durante la transmisión de un programa de deportes y en la corrida del Domingo siguiente, el famoso "Pato" que había permanecido callado durante la mayor parte del tiempo, le gritaba en las postrimerías a Don Angel desde las alturas.

El periodista ignoró los repetidos gritos del porrista que intentaba en vano captar su atención, aunque fue tal la insistencia que finalmente decidió hacer un ademán batiendo los brazos como diciendo: ¿"Que pasa?" y sin más, Don Hilario le espetó:

¡"Chin... a tu ma... pero quedito, porque si lo digo fuerte me multan hijo de la Ch...adaaaaaaa"!

Las carcajadas de los asistentes no se hicieron esperar, fueron risas atronadoras esa tarde en que incluso me parece recordar la titular de la delegación política de la demarcación, impuso desde luego una nueva multa al "Pato" que abandonaba el recinto en medio de aplausos, tal como lo hiciera un matador triunfante al salir por la puerta grande y sonriente como un niño después de cometer una travesura.

Otros gritos ocurrentes como aquel que el famoso "Negro Aranda" de la porra de sol le lanzó a Pedro Gutiérrez Moya "El niño de la capea" aquel 12 de enero de 1992 lidiando toros de San Martín:

¡" Paisano, no te hagas pen... y regala un toro"!

Esa ocurrencia le valió ser objeto del brindis que le hizo el matador del séptimo cajón y que a la postre significó un triunfo importante en la carrera del salmantino.

Pero no todas las ocurrencias ocasionan hilaridad y cuando se vuelven burdas y no respetan a los actores del espectáculo ni a quienes pagan por disfrutar de él, se vuelven molestas y así como existen personajes simpáticos que se han hecho famosos en el tendido, también ha habido otros tantos que se han encargado de  acuchillar literalmente a la fiesta.

Es el caso de un conocido banderillero y peón de brega en el retiro que gusta de asistir al tendido y que se ha hecho cuate de medio mundo y al que durante muchisimos años no le ví niguna actuación que mereciera la pena comentarse por destacada y si en cambio le ví muchas tardes aventar los palitroques o clavar un solo palo en el morrillo de la res de manera descarada buscando el abrigo del burladero por su escasez de facultades físicas.

Ah pero era en el tendido departiendo con bebidas embriagantes cuando este personaje cobraba notoriedad, codeándose con lo más granado del grupo de porristas gritones de mercadillo y parroquianos (paleros) que los acompañaban.

Sin que quiera escandalizarme o exagerar pero para mi gusto este personaje lo que mejor hace, es prostituir el oficio porque hasta cuando partía plaza era escarnio de las burlas de sus compinches que le lanzaban voces y adjetivos denigrantes.

Y existe otra categoría para estos vociferadores, que tienen complejo de cronista: aquellos que sin habérselos pedido te dan reseña en tiempo real del pelaje de las reses, cornamentas, encastes y te hacen un relato de lo que está pasando en el ruedo  en afán de demostrar que son autenticos conocedores, haciendo gala de un vasto acervo que a algunos concurrentes (como a mi menda) les importa un rabano.

Por otra parte, hay otros gritos en el tendido en los que no percibo ninguna mala intención como aquel de: "Venga torero, venga el arte, túnel tres" que  representan digamos un gesto animoso sin menoscabo de la dignidad de nadie. Ojalá todas esas expresiones fueran en el mismo sentido.

Pero todos de pronto se hacen voces: "llévalo a media altura" , "crúzate", "más despacio", "no le quites la muleta de la cara", "a los medios, a los medios", "échale agua", "toro, toro" o el más hilarante de todos los gritos: "y la música toque y toque".
Muchísimos conocedores se dan cita en el tendido

Caray, me digo a mi mismo: cuántos conocedores se dieron cita en el tendido y que privilegio para el matador en turno de contar con un grupo tan nutrido del asesores; seguro que si se dejara llevar por tan sabios consejos iba a poder resolver el crucigrama que tiene enfrente y que nada más no se deja meter mano porque es un ser vivo con toda la fuerza ancestral de los de su especie, con su genio, con sus complicaciones y armado con dos puñales bien puestos.


Pero que fácil parece todo visto desde el tendido resguardado del peligro y animado por la ingesta de bebidas alcoholicas, ¿verdad?.

Y mientras unos a otros se mientan la madre, le caen encima al picador o al peón de brega, al matador en turno, agreden al ganadero, al juez, a los asistentes al  callejón y literalmente al que les apetece caerle encima, porque, dueños de la verdad absoluta sienten que el precio que pagaron por su localidad en el tendido les confiere el derecho de insultar a quien se les antoje, porque solo así pueden disfrutar de una efímera fama ya que nunca podrán hacer algo importante en su pusilánime mundo que no sea rodearse de otros tantos ignorantes ilusos como ellos para darse coba.

Y saldrán de la plaza para perderse en el anonimato y volverán tal vez el próximo Domingo para volver a faltarle al respeto a todo mundo y seguir vomitando lodo, en una catarsis que es hoy por hoy, una de las peores enfermedades que aqueja a la fiesta brava en nuestro país.

La pregunta es: ¿hasta cuándo estas criaturitas van a dejar de faltarle el respeto a la gente?

Sabemos que es difícil regular este comportamiento por ser un espectáculo público pero: ¿ acaso estos personajes que se proclaman así mismos como aficionados y conocedores de la fiesta brava harán conciencia algún día de que lo que hacen al proferir insultos e interrumpir el desarrollo de la corrida significa dañarla?

Créanme amigos, mi afición me lleva a la plaza a disfrutar de mi espectáculo favorito pero a últimas fechas con todas estas expresiones de una partida de borrachos intolerantes e intolerables, aunadas a la falta de respeto de las autoridades que permiten que los vendedores se paséen por los pasillos de la plaza aún cuando está en curso la lidia del toro y pueden hasta distraerlo o "tocar" a la res, exponiendo a los toreros a un percance serio, se me está llendo el gozo al pozo.

Resulta insufrible la forma descarada en que todas estas cosas se dan en un marco de impunidad, donde la autoridad brilla por su ausencia y donde todo mundo hace lo que se le da su regalada gana.

Y no, no se confundan:

La fiesta en México no es lo mismo que en España no. Y esta aseveración no se encuentra fundamentada en las características de fenotipo de los toros de por acá o de los estilos y la forma de interpretar el toreo por parte de nuestros toreros no.

La diferencia es que si pretendemos que nuestra fiesta sea merecedora de reconocimiento a su seriedad y esta pretención no se logra, la culpa no es de los ganaderos, la culpa no es de los matadores, tampoco de las empresas no; la culpa es de todos porque la fiesta la hacemos todos.

Y chaparro favor nos hacen la bola de merolicos de mercadillo y sus estridentes expresiones en el tendido.

Cuando hay lugar para exigir respeto por los derechos del público, habrá que hacer oir nuestra voz, pero siempre en apego irrestricto al respeto por la dignidad de los demás.

Y como si a la fiesta brava en nuestro país le faltaran motivos para venirse a pique, la empresa de la Plaza México en un afán innovador pensando en favorecer a sus clientes, ofrece ahora servicio de bar hasta tu localidad para que te emborraches a gusto y puedas unirte al coro de inconformes que protestan por todo y por nada.

Ahora sí, si bien es cierto que el título de "La cantina más grande del mundo" que le llegaron a endilgar al coso máximo de nuestro país, a la catedral del toreo en América me causaba escozor, la verdad es que sí, que lo tiene bien ganado.

Y no se engañen, si quieren disfrutar de un espectáculo serio y en toda regla, vean corridas de España por internet o por televisión de paga y si pueden hacer el gasto, háganlo y vayan allá, que por lo pronto en Madrid si vas al baño a "tirar el miedo", tendrás que esperar a que doble el toro en turno o de otra forma no podrás acceder a tu localidad, igualito que pasa en La México ¿verdad?.

Así que: una, dos, tres, ¡"Pooooorrrrraaaaa de Alcohoooooooolllllll"!

jueves, 30 de marzo de 2017

EL ARTE, UN ASUNTO TAN SIN EMBARGO


Hay cosas en la vida que no requieren explicación.

Simplemente se dan de manera natural, como corre el agua por el arroyo, como los rayos del sol bañan la campiña por las mañanas, así como las olas del mar rompen en el acantilado.

La expresión artística de algunos estetas es consecuencia natural del talento con el que fueron dotados y así por ejemplo la obra de los grandes maestros de la música, la literatura, la escultura, la pintura, la danza y el canto entre muchas otras actividades humanas, es simplemente resultado de ese "Don divino" con el que Dios dotó a estos seres privilegiados.

El toreo, expresión artística, ha contado a lo largo de la historia con exponentes dotados de estas cualidades especiales.

En sus inicios habrán tenido que vencer el miedo, tuvieron que aprender la técnica para la lidia de reses bravas para que, una vez dominados ambos, pudieran abandonarse al talento que se les confirió y plasmar su obra en el lienzo de arena en los ruedos de las plazas de toros.

Desde Francisco Montes "Paquiro" a Francisco Arjona "Cúchares"; desde los Rafaeles: "Machaquito", " Lagartijo" y "El Guerra" hasta Joselito "El Gallo", Juan Belmonte y Rodolfo Gaona y ya en la época moderna desde Manuél Rodríguez "Manolete" hasta Curro Romero y Rafaél de Paula, todos ellos imprimieron a su tauromaquia un sello distintivo que sirvió de escuela para generaciones subsecuentes de toreros que encontraron en todos ellos y en las diferentes épocas de la historia un referente.

Si existe una cualidad que es altamente apetecida y apreciada por aficionados, conocedores y público asistente a las plazas de toros en general, es la difícil facilidad que tienen las figuras de andar en la cara del toro con despaciosidad, sin prisa, con movimientos cási sutiles y embarcar la embestida de las reses en pases largos, aletargados, como se acostumbra a decir actualmente: "al ralentí" para volver a ligar otras tantas series de pases de la misma calidad sin que decaiga el interés de los espectadores.

¿Complicado?, ¡Complicadísimo!.

Solo algunos privilegiados han podido practicar el toreo de esta manera, pero para haber llegado a este nivel de cási perfección, tuvieron que sortear dificultades tarde a tarde para depurar la técnica.

Como aquellos virtuosos del Violín que se gastaron una vida y las llemas de los dedos en sesiones de ensayos de horas interminables para dominar el instrumento y poder interpretar magistralmente una pieza y hasta ofrecer un concierto.

Otro tanto cierto es que para poder interpretar con virtuosidad una composición, el violinista deberá contar con la colaboración de un instrumento que se lo permita, un Stradivarius o un Giuseppe Guarneri tal vez.

"Se gastaron una vida y las llemas de los dedos..."
El toreo no es la excepción y para que un maestro del arte de la tauromaquia pueda recrearse en la confección de una obra de arte, deberá contar con la colaboración del toro fundamentalmente y haber invertido muchas horas en practicar el toreo en festivales, tientas y hasta en el salón de su casa.

Aunque haya un ejército de "villamelones" distraidos que demanden enviar a la hoguera a las figuras por lidiar lo que en España se ha dado en llamar "El mono-encaste" o encierros de tipo digamos comercial de probada nobleza y clase cuyas cualidades en la embestida los hagan ver en ocasiones como toros escasos de bravura y raza, acudiendo al engaño con un dejo de sosería.

Como habíamos apuntado en artículos anteriores, la práctica del toreo es tan rica y tan vasta, que existen las más diversas expresiones entre aquellos que la realizan.


Así tenemos que hay toreros artistas, valentones, tremendistas, ortodoxos, de academia, vanguardistas, cerebrales, de "pellizco" y hasta "encimistas", algunos de ellos hasta resultan ser una suerte de modernos gladiadores a los que empresas y público en general prefieren verlos enfrentar a corridas de las llamadas duras e imponerse a ellas en base a un toreo hasta atlético que requiere no solo de dominar la técnica, sino de condiciones físicas especiales, ahora me expico: Rafaél Rubio "Rafaelillo", David Fandila, Antonio Ferrera y Juan José Padilla entre otros.

Pero esa morbosidad negligente y hasta insolente de aquellos distraidos demanda ver a un torero de vena artística enfrentando a un ganado de embestidas ásperas porque simplemente no pueden conciliar la idea de que existan toreros de diferente expresión artística.

Prefieren verlos sudar el traje, quitarse los derrotes secos en base a doblones o "machetazos" de pitón a pitón hasta ser desarmados y descomponer la figura para sortear una que otra colada del burel y entonces caerles encíma hasta pedir cara su cabeza y porqué no, cortársela de una vez.

Un perverso disfrute para aquellos poco entendidos y hasta mal intencionados que no descansarán hasta saciar su apetito cuando las infanterías conduzcan al torero herido a la enfermería y ellos al fin, acallen la cobardía de sus gritos en el anonimato del tendido.

Es por esa razón que los toreros a diferencia de otros artistas, hayan tenido que regar con sus sangre el ruedo de las plazas y en ocasiones hayan tenido que ofrecer su vida en aras de alcanzar la perfección en la ejecución de su tauromáquia y de paso tratar de acallar aquellas voces inconformes de los ignorantes.

Sin menoscabo de otras muchas actividades artísticas, el toreo a diferencia de estas, cobra una factura muy cara a aquellos que pretenden alcanzar la excelsitud y el triunfo.

En sentido figurativo y toda proporción guardada: ¿pudieramos jugar a establecer comparaciones aventuradas entre los grandes maestros de las artes?


Morante de la Puebla
¿Es partiendo de tan descabellada idea Mozart a la música como Enrique Ponce al arte de la tauromaquia?

¿Es acaso Joann Sebastian Bach lo que puediera ser José Antonio Morante Camacho en expresión artística?

¿Es acaso la obra de José Tomás de la dimensión de la obra pictórica y escultórica de Miguel Angel?

¿Es el compendio de la obra de Julián López comparativamente vasta como la de Julio Verne, Shakespeare o Miguel de Cervantes?

¿Es que, una faena de Jose Mari Manzanarez se puede cotizar como un Rembrandt o un Velázquez?

Perdonen amigos lectores tan absurdas comparaciones pero a muchos siglos de historia desde el surgimiento del toreo de a pié en las postrimerías del siglo XVII hasta nuestros días, se ha producido una hermosa evolución en la ejecución artística de sus más importantes y destacados exponentes y aunque hubo etapas de esa historia destacadas por cambios trascendentales en el desarrollo del espectáculo, no dudo en decir que hemos alcanzado la cima en cuanto a perfección de las suertes se refiere.

Y si, por supuesto que hoy se torea más bonito, pero después de ponderar estos razonamientos: ¿quien necesita más explicaciones?

Quizás aquellos distraidos que viven naufragando en las aguas de la inopia o aquellos que no tuvieron el privilegio en la vida de desarrollar un sentido que les permitiera diferenciar una composición de Ludwig Van Beethoven de una guaracha interpretada por la Sonora Dinamita.

Lo anterior dicho con respeto para Don Lucho Argaín y su ya legendaria agrupación.

!Vale! 

lunes, 27 de marzo de 2017

LA MADRE QUE LOS PARIO


Si algo nos caracteriza a quienes nos auto-proclamamos aficionados a la fiesta brava, es el hecho de que un extraño poder divino nos ha provisto de un vasto conocimiento del tema taurino y no solo eso, sino que nos confiere autoridad para dictar cátedra en la materia .

Y si, nos manifestamos como si fueramos depositarios de una vasta cultura taurina y por ese mismo "Don divino", nos expresamos con sobrada suficiencia, como si nos asistiera la razón en cada una de nuestras afirmaciones y con espíritu aventurero, nos atrevemos a adoctrinar a los incautos noveles aficionados haciendo gala de un arrogante cuan absurdo acervo de sabiduría que en apariencia nos da una postura protagónica en las charlas de amigos en el café o en el bar.

Heriberto Murrieta
Pero eso solo en apariencia, porque dicho sea de paso, algunos no pasan de ser simples aficionados de sofá, otros con más suerte, asisten a los festejos de forma irregular.
Otros tantos con un poco de más suerte asisten todos los Domingos y pueden incluso ir de feria en feria o cruzar el charco para presenciar algunas corridas sin que esto garantice que sus juicios y valoraciones sean dignos de credibilidad, porque existen muchos de estos aficionados que nunca, pero nunca van a aprender a ver toros ya que lo más cerca que han estado de una res es frente a un filete con papas.

¿Y los periodistas?

¡Ah vamos, este es otro asunto!

Hay algunos de ellos que gozan de cierta popularidad que los ha hecho formar parte de una élite muy exclusiva a la que pertenece un grupo muy selecto.

Los medios electrónicos han sido el trampolín que los ha catapultado hasta lo más alto y es de esta manera como mantienen un "Status Quo".

Será por esa misma razón que no pueden acceder fácilmente a sostener una charla informal con cualquier aficionado que se atreva a preguntarles algo serio en torno al tema taurino y simplemente ignoran la opinión de los mortales.

Ah, eso si, cuando se trata de entrevistar a algún personaje protagónico llámese ganadero, matador o empresario famoso, en plan zalamero se la pasan dando coba esperando digamos, recibir favores a cambio.

Juan Antonio Hernández
 Pero si bien resultan insoportables estas muestras de  despotismo por parte de estos "maestros" del periodismo, más aún resultan aquellas poses de "diva" de aquellos otros que solo se dejan escuchar rara vez en programas radiofónicos o incluso en programas que se transmiten por internet o bien tienen una participación modesta escribiendo una columna en algún periódico o revista ya fuera impresa o electrónicamente y hasta en redes sociales.

Durante muchos años leí la columna de un famoso periodista que solía escribir sus reseñas en un diario deportivo de estimable circulación allá por los años ochenta.

Gustaba yo de su estilo único, severo y puntilloso pero con conocimientos vastos en el tema taurino.

Se codeaba con lo más granado de la torería de aquellos años y era amigo personal de ganaderos, empresarios y figuras del toreo.

Sin ambargo corriendo el tiempo, empecé a darme cuenta que en ocasiones, su reseña no correspondía a las incidencias que había yo presenciado durante la corrida y eso me hizo sospechar.
Desde luego, era su punto muy particular de vista pero sus juicios empezaron a parecerme un tanto amañados, digamos tendenciosos.

Destacaba la labor de un coleta o bien ponderaba las cualidades de un encierro aún cuando esto no hubiese ocurrido de tal forma, incluso encontraba la manera de disculpar la mala actuación de aquellos toreros que le dispensaban su amistad o dicho de manera sencilla: de aquellos que le "gorreaban" las entradas a las corridas o lo invitaban a los "guateques" donde corrían generosas cantidades de bebidas espirituosas o bien le convidaban a tientas y herraderos en el campo bravo.

Desafortunadamente me tomó mucho tiempo caer en la cuenta de su nefasto ejercicio periodístico y fué cuando la personalidad de este individuo se diluyó pasando a ser para mí lo que siempre había sido: un vividor, estafador y charlatán de la pluma.

Y no se diga si  algún torero no lo tomaba en cuenta porque en seguida le caía con toda la insidia de su puntillosa pluma incluso menospreciando la labor de aquellos que salían a jugarse la vida cabalmente, minimizando sus logros.

Entonces comprendí la importancia escuchar o leer la crónica de varios periodistas y más aún, de aquellos aficionados que se dedican a reseñar corridas por el simple placer de escribir de toros sin atender a ningún interés mezquino, de forma que pudiera hacerme yo una idea cercana a lo que había ocurrido en un festejo pero desechando comentarios e ideas tendenciosas. Algunos usuarios de las redes sociales que elaboran juicios de opinión siguiendo una marcada linea de respeto a la diversidad de ideas sin el propósito de influir en la opinión de nadie y por el simple gusto de compartir sus puntos de vista.

Con tono mesurado pero defendiendo a carta cabal sus preferencias una de estas aficionadas que merece una mención especial, es Guadalupe Loera, administradora de la página Solo para Taurinos.

Y sin el propósito de que me pague el "gato" y sin el afán de hacerle campaña publicitaria, es sin duda una aficionada valiente que defenderá su opinión por encima de todo pero también estará dispuesta siempre a defender el derecho de los demás a expresar sus ideas y debatir, desde luego mientras el debate sea en tono serio y respetuoso.

A los demás periodistas ya sea de élite o charlatanes de la crónica como dice el corrido:

"Me gusta que me platiquen, pero no todo les creo"

martes, 14 de marzo de 2017

DE SINSABORES Y AÑORANZAS


El enorme privilegio de quienes vivimos en esta era del auge de las comunicaciones es habernos visto favorecidos con las redes sociales y aplicaciones de videos, que nos permiten con un dejo de cierta nostalgia recordar y disfrutar faenas del toreo de antaño.

Pedazos de películas viejas que dan cuenta de la grandeza de toreros como "Bombita", "Machaquito", "Guerrita", Joselito "El Gallo, Juan Belmonte, Rodolfo Gaona y que nos remontan en una especie de máquina del tiempo a épocas de un toreo épico.

Joselito "El Gallo"
Compendio fílmico de una tauromaquia de tiempos en que la suerte de varas encumbró a muchos de sus mejores exponentes, cuando las infanterías tenían un papel preponderante en la lídia de aquellos toros fieros que tiraban derrotes a distra y siniestra y cuya lidia proponía un reto para sus virtuales matadores que se imponían en base a un toreo de poder.


Curiosas e interesantes imágenes de plazas abarrotadas por un público que aplaudía las hazañas de aquellos héroes cási míticos ante un marco de caballos muertos y destripados por no llevar el peto que en la actualidad resulta más bien una acorazada muralla.

Los varones luciendo sombrero de carrete y pajarita y las damas sendos mantones ricamente bordados y peineta que se transportaban a la plaza en coches tirados por caballos.

Podemos advertir la grandeza del más grande de todos los tiempos: Manuél Rodríguez "Manolete" que para mi gusto fué un adelantado a su época y que sin duda le hubiera dado pelea a las figuras actuales.

Y a la distancia podemos también advertir la evolución del toreo de a pié y observamos que  sólo en el estricto orden de técnica y desarrollo del espectáculo dotado ahora de reglamentos acordes a nuestra época, mantiene una estricta relación con la practica del toreo actual.

Sin embargo, en expresión artística por lo que se refiere al concepto de la ejecución de las suertes y de quienes las practican, guarda diferencias abismales.

La evolución del espectáculo trajo consigo cambios sustanciales para empezar, el toro, la materia prima del espectáculo cuyos procesos de selección y crianza han derivado en un animal más colaborador para el lucimiento de los matadores quienes realizan suertes cada vez más ajustadas, digamoslo así, invadiendo terrenos que seguramente si no hubiera sido por esa compleja ingeniería genética. hubiera sido imposible.

Así que el toreo con su evolución trajo beneficios al espectáculo porque en la actualidad se puede practicar un toreo de trazos parsimoniosos, "al ralentí", aunque muchos toreros actuales fundamenten sus evoluciones ejecutando  pases sin mando, sin temple y aún así a algunos les haya alcanzado para ser considerados como "figuras".

Pero mientras que el toro en nuestros días resulta un colaborador de la faena, los matadores practican suertes muy parecidas entre sí, su repertorio de lances y suertes resulta ser cási el mismo que muchos toreros practican y entonces es cuando esta práctica resulta insabora, incolora y carente de aquella emoción que provocaba la bravura de aquellos toros de otros tiempos y que les pedían el carnet a los coletas. El juego de aquellas reses resultaba impredecible.

Es como si de pronto hubiera generaciones de toreros troquelados que realizan las mismas suertes pero sin definir una tauromaquia personalizada,sin imprimir a su quehacer un estilo propio, una propuesta diferente, se les acabaron las ideas vamos!.

Y es como si de pronto también, el toro moderno ,cuyo linaje procede en su gran mayoría de encastes de tipo comercial, es decir, preferido por los toreros y empresarios, fuera también criado por una maquiladora en serie.

Si, el toro ciertamente ha ganado nobleza, pero ha perdido mucha raza y bravura.

Y de pronto estamos ante un toreo deslavado de faenas que se repiten, limitadas a un concepto y a un formato que podemos ver lo mismo en exponentes de cualquier latitud, tanto en España como en Méxio, en Francia, en Venezuela, en Colombia o Perú.

Como quiera que sea, el toro sigue representando un peligro latente en el ruedo y no hay que perderle de vista, esa acometividad ancestral de las reses bravas y que las distinguen de otras especies, siguen siendo el sustento principal de la fiesta brava.

Solo que si sumada a la falta de raza y acometividad de las reses, las nuevas generaciones de toreros provenientes en muchos casos de modernas escuelas taurinas, practican un toreo limpio sí, aseado sí, de academia pero con poco sustento y pobre en conceptos, la fiesta brava resulta ser un espectáculo predecible si bien no completamente, sí en muy buena proporción.

Faenas de pases maquilados en serie.

Me pregunto entonces: Qué lleva a la gente a las plazas?

No, no me refiero a los aficionados o a los conocedores, sino al público en general, qué fuerza los motiva?

Porqué año con año vemos cada vez más plazas vacías?

Será que el público perdió interés en la fiesta brava?

Y luego habrá que añadir que algunos juicios de valoración en estricta regla, llegan a confundir más al público que va a las plazas y se deja llevar por decisiones francamente perversas como a conseción de trofeos para una faena deslavada o incluso el indulto a un astado bobalicón y soso que embiste como un manso corderito.

Pero el espectáculo es público, del pueblo y para el pueblo y es él, el público o debería ser así, quien premia las faenas y pide el indulto para un toro, aunque quien ejecute la orden sea el del biombo.

Por ello será fundamental, el orientar a los nuevos aficionados para que aprendan a disfrutar el espectáculo desde una perspectiva más responsable y crítica y puedan calificar mejor los resultados en la arena, solo que esto se logra con base a asistir a las plazas y leer, leer muchos tratados sobre tauromaquia.

Si, en la actualidad se podrá tal vez torear con más largueza, con más temple, con más continuidad, se podrá torear tan cerca como nunca y tan cerca, que hay exponentes de una tauromaquia tremendista y hasta en exceso encimista que concretamente a mi, no me convence.

Pero aquel brillo de la tauromaquia antigua, no volverá, aunque por otra parte existan por desgracia pocos, muy pocos exponentes que gustan de un toreo de suertes rescatadas de aquellas épocas gloriosas del toreo y vienen a significar una memoria viva que aporta al espectáculo el aroma que la "troqueladora" le robó.

Hace poco RTVe presentó un reportaje sumamente interesante sobre el estudio científico que algunos investigadores realizaron respecto de la vista del toro de lidia.

Cómo es el campo visual del toro?

Y se abordaron temas muy profundos como el hecho de la falsa idea de llamar a los toros "burriciegos" o aquella creencia de que el toro era atraido por el color rojo.

Interesante sin duda aunque de facto puso al descubierto el "truco" de la lidia y el motivo por el que el torero se planta en la cara del toro a veces invadiendo terrenos cada vez más comprometidos a falta de una visión binocular de este.

Yo, cansado de ver y repasar faenas de "figuras" que torean a destajo a toros carentes de raza, es que simplemente no me resigno a perder la esencia y la magia del toreo antiguo.

Tal vez por esa razón disfrute más de ver esos videos y películas de archivos que por fortuna podemos ver en canales de YouTube.

Y tal vez sea por esa razón que guste yo de los toreros de "pellizco", esos que con un lance o una tanda de pases me transporten a otros lugares, a otras épocas de un toreo que fue glorioso.

Prefiero mil veces disfrutar un fugáz instante de grandeza, que la vana e inútil gloria conseguida sin sustento.

O será que me estoy haciendo viejo?

miércoles, 1 de marzo de 2017

HUELE A CARTUCHO QUEMADO


La estrambótica cuan hilarante manera en que la empresa de la Plaza de toros México le ha dado por llamar al próximo serial de corridas, me refiere a algunos slógans publicitarios de algunas tiendas de supermercados como: "miércoles de plaza" o "martes de tiangiuis".

La Feria de la cuaresma pretende ser algo así como el rescate de toreros que a buen tiempo de andada la legua, hoy se les otorga una nueva oportunidad para sacar el cuello y asormarse en algunos carteles que les permitan mantenerse en activo en esta difícil profesión.



Y aunque el proyecto es encomiable por parte de los organizadores, también habrá que apuntar que en el elenco aparecen nuevamente toreros que llevan en esto un buen rato y que a pesar de insistir en lograrse un lugar en la fiesta, lo que han demostrado como en otras muchas ocasiones es que simplemente son "cartuchos quemados".

Dos casos me llaman poderosamente la atención: Christian Ortega y su tocayo de apellido Aparicio.

Hace poco me enteré de que por ejemplo el matador hidrocálido Victor Mora, había decidido retirarse para engrosar las filas de los toreros de plata a las órdenes del matador Arturo Macías y no dejó de sorprenderme tal desición y no por otra cosa, sino que yo le había visto a Victor cualidades que pudieran haberlo mantenido en el oficio y eventualmente escalar algunos peldaños, pudiendo llegar a lugares privilegiados.

Pero él, con un par bien puestos, tomó tan difícil desición la cual respeto y celebro.

¿Porqué entonces estos matadores Aparicio y Ortega, que ya no son unos chavales, no toman el ejemplo de Mora y se dedican a fomentar la fiesta brava desde otro ángulo como en su momento lo hicieran Arturo Gilio, Mario del Olmo o el mismísimo Mario Zulaica, vamos: porqué insistir?

¿Porqué quitar entonces el lugar a toreros que pudieran resultar más interesantes y a los que la madre "suerte" no les ha asistido?

Y me refiero al caso de José Mauricio Moret, Hilda Tenorio, Ricardo Frausto o Javier "El Calita" por nombrar solo algunos.

Son situaciones que no habré de entender con facilidad y que espero no conlleven como todo en la vida un derrotero político.

Pero hablando de situaciones inexplicables, yo es que no me resigno a ver el nombre de Fabián Barba acartelado en una corrida digamos: "de oportunidad", con la clase y el valor que el hidrocálido tiene, le alcanza y le sobra para haber estado colgado de alguno de los carteles de cualquiera de las primeras dos etapas de la temporada y no dudaría que se alzará como el triunfador de este mini-serial.

Mucha suerte le deseo a Juan Luis Sílis en su comparecencia ante un ganado duro como el de Rancho Seco, sobre todo porque cualidades las tiene, valor a toda prueba, solo falta que el toro que le toque en suerte embista y estamos del otro lado.

Otro tanto le deseo a Mario Aguilar con los de Piedras Negras en lo que pareciera ser su "última llamada": o la tomas o... ¡"hay te quedas"!

En fin, no adelantemos vísperas y solo espero que "el de las patas negras" como decía Juncal, colabore con el desarrollo de los carteles y podamos ver propuestas interesantes en el pandero.

 !Que Dios reparta suerte!

miércoles, 15 de febrero de 2017

UN TORERO DE SEVILLA CON SANGRE MURCIANA EN SUS VENAS


Bajo la dirección de Jaime de Armiñán se rodó en España allá por 1988 una serie para RTVE (Radio Televisión Española) que llevó por título "Juncal"

La serie de apenas siete capítulos, narra las peripecias de un torero viejo y lisiado que se la pasa "sableando" a todo el mundo para ir sobreviviendo sin otro equipaje que una vieja maleta y el Cossío.

El magistral actor murciano Francisco Rabal, encarna la vida de este personaje mitad ficción y mitad real, mujeriego, bohemio y muy dicharachero.


Este actor ya había tenido incursiones en el cine de tema taurino con películas como Currito de la Cruz y Los Clarines del miedo o Sangre en el ruedo, por lo que su participación en esta serie significó su más destacado e importante papel histriónico.

Con un talento insuperable, Rabal se vió arropado en esta serie de grandes actores y actrices como Rafaél Alvarez "El Brujo", Emma Penella, Fernando Fernán Román, Manuel Zarzo, Cristina Hoyos, La "Faraona" Lola Flores y un nutrido elenco.

Decir que "Juncal" es una serie de culto, es un atrevimiento sin duda que los más "puristas" habrán de criticar; lo que no se puede negar es que la serie constituye un referente para los que amamos el mundo del toro por el sorprendente realismo que director, productores, actrices y actores le imprimieron a este enorme trabajo que entre muchas otras cosas fué rodado en inmejorables locaciones.

Imperdibles las frases de "Juncal" como aquella donde reconviene a un chaval que se había colado a la Maestranza de Sevilla sin pagar boleto saltando la barda: " Las prisas para los delincuentes y para los malos toreros".

O aquel compendio de sinónimos de la palabra miedo: "Temor, aprensión, sospecha, desconfianza, cerote, jindama, medrana, julepe, cangui, canguelo, espanto, recelo, pavor, mieditis, terror, susto, horror y repollo".

Cómo olvidar sus correrías y líos de faldas que le costaron tantos disgustos y a la postre lo desterraron de su familia y le hicieron ser un nómada desenfadado y sin premuras o aquellas argucias suyas, siempre con su peculiar estilo andalúz que le prodigaron un techo y comida caliente.

Siempre dando cátedra de la vida acompañado de su fiel escudero Vicente "Búfalo" como él le bautizó y que aparte de su oficio betunero, salvó al maestro de dormir en la calle muchas veces.

Francisco Rabal siempre fué un connotado actor que hasta su muerte en el año 2001 fué objeto de homenajes y galardones a su trabajo actoral pero sin duda, será siempre recordado por los taurinos como "Juncal".

Yo quiero si me lo permiten, recomendar a ustedes que busquen por cualquier medio la copia de esta serie y no dejen de verla porque vale muchísimo la pena.

Si no están muy adentrados en el mundo del toro, en realidad no se preocupen, no habrá nada que no puedan entender y por otro lado habrán de divertirse y pasar un buen rato al lado de este personaje único en su género.

Les dejo a mis amigos lectores una liga de RTVE, donde habrán de encontrarse con este mítico personaje de la ficción pero tan real como muchos Juncales que andamos por ahí recorriendo el mundo.

rtve: http://www.rtve.es/television/20110726/juncal-historia-torero-unico/444189.shtml
 

EL RECUENTO DE LOS RESULTADOS