lunes, 27 de marzo de 2017

LA MADRE QUE LOS PARIO


Si algo nos caracteriza a quienes nos auto-proclamamos aficionados a la fiesta brava, es el hecho de que un extraño poder divino nos ha provisto de un vasto conocimiento del tema taurino y no solo eso, sino que nos confiere autoridad para dictar cátedra en la materia .

Y si, nos manifestamos como si fueramos depositarios de una vasta cultura taurina y por ese mismo "Don divino", nos expresamos con sobrada suficiencia, como si nos asistiera la razón en cada una de nuestras afirmaciones y con espíritu aventurero, nos atrevemos a adoctrinar a los incautos noveles aficionados haciendo gala de un arrogante cuan absurdo acervo de sabiduría que en apariencia nos da una postura protagónica en las charlas de amigos en el café o en el bar.

Heriberto Murrieta
Pero eso solo en apariencia, porque dicho sea de paso, algunos no pasan de ser simples aficionados de sofá, otros con más suerte, asisten a los festejos de forma irregular.
Otros tantos con un poco de más suerte asisten todos los Domingos y pueden incluso ir de feria en feria o cruzar el charco para presenciar algunas corridas sin que esto garantice que sus juicios y valoraciones sean dignos de credibilidad, porque existen muchos de estos aficionados que nunca, pero nunca van a aprender a ver toros ya que lo más cerca que han estado de una res es frente a un filete con papas.

¿Y los periodistas?

¡Ah vamos, este es otro asunto!

Hay algunos de ellos que gozan de cierta popularidad que los ha hecho formar parte de una élite muy exclusiva a la que pertenece un grupo muy selecto.

Los medios electrónicos han sido el trampolín que los ha catapultado hasta lo más alto y es de esta manera como mantienen un "Status Quo".

Será por esa misma razón que no pueden acceder fácilmente a sostener una charla informal con cualquier aficionado que se atreva a preguntarles algo serio en torno al tema taurino y simplemente ignoran la opinión de los mortales.

Ah, eso si, cuando se trata de entrevistar a algún personaje protagónico llámese ganadero, matador o empresario famoso, en plan zalamero se la pasan dando coba esperando digamos, recibir favores a cambio.

Juan Antonio Hernández
 Pero si bien resultan insoportables estas muestras de  despotismo por parte de estos "maestros" del periodismo, más aún resultan aquellas poses de "diva" de aquellos otros que solo se dejan escuchar rara vez en programas radiofónicos o incluso en programas que se transmiten por internet o bien tienen una participación modesta escribiendo una columna en algún periódico o revista ya fuera impresa o electrónicamente y hasta en redes sociales.

Durante muchos años leí la columna de un famoso periodista que solía escribir sus reseñas en un diario deportivo de estimable circulación allá por los años ochenta.

Gustaba yo de su estilo único, severo y puntilloso pero con conocimientos vastos en el tema taurino.

Se codeaba con lo más granado de la torería de aquellos años y era amigo personal de ganaderos, empresarios y figuras del toreo.

Sin ambargo corriendo el tiempo, empecé a darme cuenta que en ocasiones, su reseña no correspondía a las incidencias que había yo presenciado durante la corrida y eso me hizo sospechar.
Desde luego, era su punto muy particular de vista pero sus juicios empezaron a parecerme un tanto amañados, digamos tendenciosos.

Destacaba la labor de un coleta o bien ponderaba las cualidades de un encierro aún cuando esto no hubiese ocurrido de tal forma, incluso encontraba la manera de disculpar la mala actuación de aquellos toreros que le dispensaban su amistad o dicho de manera sencilla: de aquellos que le "gorreaban" las entradas a las corridas o lo invitaban a los "guateques" donde corrían generosas cantidades de bebidas espirituosas o bien le convidaban a tientas y herraderos en el campo bravo.

Desafortunadamente me tomó mucho tiempo caer en la cuenta de su nefasto ejercicio periodístico y fué cuando la personalidad de este individuo se diluyó pasando a ser para mí lo que siempre había sido: un vividor, estafador y charlatán de la pluma.

Y no se diga si  algún torero no lo tomaba en cuenta porque en seguida le caía con toda la insidia de su puntillosa pluma incluso menospreciando la labor de aquellos que salían a jugarse la vida cabalmente, minimizando sus logros.

Entonces comprendí la importancia escuchar o leer la crónica de varios periodistas y más aún, de aquellos aficionados que se dedican a reseñar corridas por el simple placer de escribir de toros sin atender a ningún interés mezquino, de forma que pudiera hacerme yo una idea cercana a lo que había ocurrido en un festejo pero desechando comentarios e ideas tendenciosas. Algunos usuarios de las redes sociales que elaboran juicios de opinión siguiendo una marcada linea de respeto a la diversidad de ideas sin el propósito de influir en la opinión de nadie y por el simple gusto de compartir sus puntos de vista.

Con tono mesurado pero defendiendo a carta cabal sus preferencias una de estas aficionadas que merece una mención especial, es Guadalupe Loera, administradora de la página Solo para Taurinos.

Y sin el propósito de que me pague el "gato" y sin el afán de hacerle campaña publicitaria, es sin duda una aficionada valiente que defenderá su opinión por encima de todo pero también estará dispuesta siempre a defender el derecho de los demás a expresar sus ideas y debatir, desde luego mientras el debate sea en tono serio y respetuoso.

A los demás periodistas ya sea de élite o charlatanes de la crónica como dice el corrido:

"Me gusta que me platiquen, pero no todo les creo"

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