miércoles, 6 de febrero de 2013

LA INOPIA Y LOS ANIMALISTAS

 



A las cosas hay que llamarlas por su nombre y a aquellos que irresponsablemente atacan a la fiesta brava y denuestan a los aficionados a ella con improperios y maldiciones subidas de tono, no puede ni debe llamárseles de otra forma que: Ignorantes.

Desconocen por completo la fiesta desde sus conceptos básicos y ya no digamos su historia, su influencia en la cultura de los pueblos, sus orígenes y sus consecuencias, su importante papel en el equilibrio ecológico de la dehesa y hasta su repercusión en la economía de los países.

Equivale esto tanto como a intentar pedir a un iletrado e inculto hacer una crítica de una obra pictórica o pretender hacer que un amante del Reggaetón describa una pieza de Vivaldi o Mozart incluso en forma sencilla.

O piensan que una persona que estuvo acostumbrada a tomar pulque desde su más tierna infancia haga una valoración del carácter de un Cabernet Sauvignon o un Malbec o un Lambrusco?

Ah, ahí está el detalle!

Sin embargo resultaría jocoso que alguno de estos personajes decidiera criticar en forma encarnizada la producción de vinos, la creación pictórica o escultórica de los artistas plásticos o de la música clásica porque sencillamente no despiertan ninguna sensación en ellos.

Recuerdo a un amigo al que invite un vaso de buen whisky escoces a deleitarse con el aroma y el sabor, exaltando las virtudes de aquella mezcla de maltas vertidas en aquel vaso "old fashion".

Y sin más ni más el comentario de mi buen amigo no se hizo esperar:

-Mmmta, sabe a miados!-

Gracioso y grotesco a la vez el comentario de mi amigo me llevo a la reflexión sobre el tema de la tauromaquia para los llamados anti-taurinos.

Ahora mi buen amigo sigue tomando Ron y Coca-Cola mientras que sigue criticando mi afición al whisky haciéndome escarnio de sus burlas porque simplemente y según él: me gusta beber miados.

Si hacemos un comparativo de los ejemplos que traté de retratar con los llamados anti-taurinos, verán una gran similitud.

Pero para resarcir la ignorancia, algunos de ellos en vez de tratar de conocer más de la fiesta brava y de su desarrollo, se dan a la tarea de agredir, atacar y utilizar las redes sociales para verter el veneno de su insidia porque es el camino corto, la vía más fácil para salir del paso.

Un dato interesante es el que publicó el periódico El Universal el 21 de mayo de 2007 donde el jefe delegacional en la Benito Juárez afirmó que en su demarcación se producían 17 toneladas de heces fecales animales en la vía pública.

Aun así, muchos de estos benditos ignorantes (los anti-taurinos), siguen conviviendo con perros y gatos en espacios reducidos donde hasta duermen con ellos en vez de adquirir una actitud responsable y confinar a las mascotas a un lugar digno.

Pero eso si, como la celebración de las corridas de toros propone la muerte de un animal salvaje, zaz!, se van con todo y a darle a los asiduos a las corridas a sartenazos.

Como si de pronto quisieran lavar sus culpas arrojando piedras a aquellos que amamos la fiesta brava.

Y como estos benditos ignorantes manejan una doble moral, no siguen una dieta vegetariana y me atrevo a pensar que hasta algunos aman las pieles en abrigos en zapatos y cinturones pero nunca han reflexionado sobre los orígenes de dichos productos.

Se han hecho escuchar en manifestaciones multitudinarias donde da lo mismo apoyar al movimiento del SME que al de los telefonistas o a los de la UNAM o a los empleados de Mexicana de Aviación, el chiste es manifestarse y entre más escandalosas puedan resultar estas manifestaciones mejor.

No saben y parece que no desean enterarse, que la fiesta es una industria sin chimeneas que por lo pronto genera empleos directos e indirectos que contribuyen a la economía de las personas.

Pero que más da si la mayoría de estas criaturitas forman parte del selecto grupo social denominado NINIS, es decir, que Ni estudian, Ni trabajan, así de simple.

Como entonces habrían de entender estos razonamientos desde alguna perspectiva.

Algunos de ellos cercanos a mí por la convivencia en el trabajo me han llegado a decir por ejemplo que sus mascotas son como parte de su familia y como "cuidan" tanto a sus mascotas las elevan al rango de sus consanguíneos llamándoles sus hijos.

Nada más aberrante.

Pero como quiera que esto sea, estos grupos de anti-taurinos confunden la gimnasia con la magnesia y creen tener ganada la batalla toda vez que existe una legislación que prevé castigos a aquellas personas que cometan abusos en contra de los animales "domésticos" en el Distrito Federal.

Y esto viene a ser de entrada como la violencia intra-familiar, que no necesariamente tiene que ser física.

Y ya montados en el tema, son buenos para insultar a los taurinos aunque tengan a sus mascotas hacinadas en un espacio sumamente limitado comiendo sobras y pisando sus heces fecales.

No cabe duda que es muy fácil arrojar la piedra y esconder la mano.

Ah, por supuesto se escudan tras el burladero arguyendo que en Cataluña se prohibió la celebración de festejos taurinos, ignorando que las causas de la prohibición no son puramente animalistas.

Ahora los que me preocupan no es este grupo de hipócritas de feria.

Los que realmente me preocupan y ya provocaron mi hartazgo son aquellos que se denominan a sí mismos aficionados a la fiesta brava y que domingo a domingo se dan cita en los tendidos de la plaza México para reventar a los matadores.

Les he escuchado proferir insultos y propiciar silbatinas apenas el matador en turno se está acomodando con el toro a veces pasando las de Caín por sujetarle y ejecutar la faena.

No tienen la menor idea de lo que es estar en la cara del toro y lo más cerca que han visto a una res es desde la comodidad de su butaca desde donde con impunidad se expresan de esta forma y con gritos de "toro, toro".

Ya es costumbre que en el último astado no apenas el matador en turno ejecuta la estocada, empiezan a arrojar cojines al ruedo y lo que ya viene a ser el colmo: durante la celebración del festejo de aniversario de la plaza México un tarado (porque tiene que estar tarado) armado con una lámpara de laser apuntando a los que se están jugando la vida en el ruedo.

Estos fariseos pseudo-aficionados son en sí una verdadera lacra para la comunidad taurina que quiere disfrutar de su espectáculo y que paga por hacerlo.

Esta turba de facinerosos confunde a los nuevos asistentes a las corridas de toros quienes en vez de paladear una faena o advertir carencias en un astado van a hacer lo mismo el día de mañana es decir, a maldecir, a gritar improperios y arrojar cojines. Lo que viene a significar la creación de nuevos reventadores.

No quiero decir que el público sea coplaciente ante engaños y artilujios de la empresa o de las autoridades que a veces suelen cometer barbaridades a la hora de aprobar corridas de novillos en vez de toros.

Pero entiendo que existen métodos más digamos ordenados para protestar por estos abusos.

Ojala que las autoridades pongan mano dura para sancionar estas faltas y si estas no figuran en el reglamento, habrá que revisarlo para poner orden a un espectáculo digno para no convertirlo en una pachanga pueblerina.

Despertad anti-taurinos, despertad de la ignorancia!

Que tal como rezaba un cartelillo que encontré por el rumbo de Tacubaya:

-Si las paredes del rastro fuesen de cristal, muchos de nosotros hoy seriamos vegetarianos!

Pero esta comparación ni siquiera tiene que ver con la hermosa actividad de criar al toro de lidia.

Pero eso, eso es harina de otro costal!

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