miércoles, 10 de agosto de 2016

APOLOGIA DE LA INTOLERANCIA


Y aquella mujer entornó sus ojos para mirarme llena de ira y rencor cuando sin miramiento alguno le declaré mi amor por la tauromaquia.

¿Sabe?

¡Mi perro es como mi hijo, es un miembro más de mi familia!

Y era tal la ira que desperté en ella con mi ingenua declaración, que arremetió con furia:

¡Es usted un asesino!

Le miré a los ojos y me sorprendió verla fuera de sí; que de haber tenido una pistola cerca, me la hubiera vaciado.

Pero vamos a ver Señorita: ¿Acaso ladra usted por las noches, persigue a los autos para morder los neumáticos, aulla en noches de luna llena, huele el trasero a sus congéneres, se vuelve loca cuando le arrojan un palo o una pelota y anda en cuatro patas?

¿No?

¿Entonces como se atreve a asegurarme que su perro es como su hijo y que es parte de su familia?

¿Acaso el perro le contesta a usted cuando le saluda?

Y mirándome extrañada pero sin dejar de mostrar su repudio me contestó muy indignada.

-¡Por supuesto que no!

Ah, entonces entiendo, lo que usted tiene es un profundo vacío existencial porque la vida la privó de esa enorme dicha que disfrutan algunas mujeres y que se llama maternidad. ¿No es así?

-¿Y a usted que le importa?

Bueno, es que ya que usted se tomó la libertad de insultarme al punto de llamarme asesino, al menos tendrá un poco de sentido común y aceptará que a diferencia de usted, yo no me he atrevido a faltarle al respeto.

Sabe, es lo que pasa con ustedes los animalistas, pero dígame: ¿su perro está castrado o esterilizado acaso?

-¡Por supuesto!

¿Y quien le confirió a usted el derecho de privar al animal de poder cumplir con sus funciones biológicas?

Es usted un, un, un...

Lo que quiera usted que sea, pero antes de seguirme insultando como ya se dió el gusto de hacerlo digame:

¿De qué material está elaborado el bolso que lleva, su cartera y sus zapatos?

¿Cree en verdad que es coherente que se refiera usted a los taurinos en forma tan despectiva y agresiva cuando utiliza accesorios hechos de piel de animal?

O es que de verdad creee que el toro o la vaca se dejaron rebanar un pedazo de piel de manera voluntaria para que fabricaran sus lindos adornos y ajuares?

Y no le pregunto si es vegetariana o vegana porque entonces va usted a mentarme la madre y ahí si que no iba yo a dejar que me siguiera usted atropellando con sus insultos mi querida Lady.

Y si, tomó su Yorkshire entre sus brazos y se retiro de aquel lugar vociferando no se cuantas otras maldiciones en mi contra.
 

Apología de la intolerancia

Al ver las redes sociales plagadas de insultos contra los taurinos me pregunto si alguno de estos hombres y mujeres tienen idea cabal de lo que escriben.

Mentadas de madre en grado conservador hasta deseos de muerte o maldiciones deseándonos que nos caigan las 7 plagas de Egipto y otras 20 enfermedades terminales para acabar con todos los de nuestra estirpe, familiares y hasta nuestra descendencia per secula seculorum!

¿Hasta que punto es capáz un ser humano de herir tanto con las palabras escritas en redes sociales resguardados en el anonimato?.

¿Me pregunto si quien les otorgó la oportunidad de expresar sus ideas públicamente les otorgó el derecho de destruir moral e intelectualmente a las personas de esa manera solo por su afición a la práctica del toreo?

Y no solo no demuestran respeto alguno por la vida, sino que montados en la idea de que son los abogados de los animales, actúan peor que ellos, a los que defienden.

Desconocen absolutamente el desarrollo de una corrida de toros y no tienen ni la menor idea del porqué de la existencia del espectáculo y de hecho no muestran ni la intención de acercarse a preguntar.

Pero es más sencillo agredir o maldecir que tratar de leer, aprender o al menos enterarse un poco del sentido de aquello que critican con tanto ahínco.

Recuerdo que una de tantas manifestaciones anti-taurinas era liderada por un tipo de pelo escaso, grueso de complexión y de lentejuelos.

Tipo fanfarrón y ridículo se hizo vertir salsa de tomate para semejar la sangre de un toro sobre el cuerpo a la vez que gritaba consignas e injurias en contra de las corridas de toros y de los taurinos repartiendo panfletos con sus postulados de defensor de la vida animal.

Le pregunté de donde era por su manifiesto acento extranjero y me respondió que de la República de Chile.

Le dije entonces que un decreto había abolido la fiesta brava en su país muchos años atrás y que menos entonces entendía yo la razón de su repudio a la celebración de un espectáculo con tanta tradición en mi país no en el suyo.

Luego le formulé algunas preguntas que consideré importantes tratando de debatir con él su postura y en afán (pensaba entonces yo, pobre iluso) de enriquecer nuestras polarizadas opiniones:

¿Sabe que el toro de lidia contribuye al equilibrio ecológico en las ganaderías por su interacción con otras especies?

¿Tiene idea de cuántas personas se verían seriamente afectadas en su patrimonio si se abolieran las corridas de toros en nuestro país?

¿Sabe que la fiesta brava constituye una industria sin chimeneas que mantiene una cantidad importante de empleos directos e indirectos que impactan en la economía de pueblos, de municipios y de ciudades?

¿Sabe finalmente que de no existir el espectáculo taurino por ende la abolición que usted propone dejaría al toro de lidia en peligro de extinción a punto de verle solo en zoológicos (eso si no se los cargan antes) o en museos como piezas disecadas?

Cuando esperaba una respuesta o varias a mis cuestionamientos, el tipo me miró de arriba a abajo, se sonrió con mueca burlona y se dió la vuelta para dejarme hablando solo y seguir gritando sus consignas al grito de "tortura no es cultura".

Si, por desgracia es el común denominador de muchas personas que por ignorancia atacan abiertamente al espectáculo taurino y que muchas veces refugiados al amparo de una identidad suplantada, arrojan injurias por toneladas en las redes sociales.


Manifestaciones que rayan en lo absurdo


Lo que verdaderamente preocupa no es ya la desaprobación y el encono de estos por desgracia amplios sectores de la sociedad, sino las manifestaciones a veces absurdas de grupos animalistas que tratando de reivindicarse con sus complejos y culpas, han caido en excesos como retratar a sus mascotas con disfraces o en ropa de bebé paseándose en carreolas y con biberones.

Han permitido que sus mascotas de compañía se apoderen cada vez más de aquellos espacios destinados a la vida cotidiana anteponiendo según ellos, los derechos de los animales sobre los de los seres humanos ignorando que a veces estas criaturitas son portadores de enfermedades contagiosas.

Lo que aún no comprenden estas personitas, es que por ejemplo el perro, descendiente del lobo, es un animal de instintos que si no se maneja con cuidado, puede resultar hasta peligroso.

En la manada, el lobo macho Alfa, constituye la guía del grupo, es quien comanda la cacería y proteje a los demás miembros y quien devora la mejor pieza y deja las que no quiere para el sustento de los demás.

El perro doméstico por atavismo genético, identifica a su dueño como el macho Alfa de la manada porque es quien le aporta el sustento y le dá guía.

Por eso las reacciones del perro se parecen tanto a las del lobo en estado salvaje que mueve la cola en actiud de agradecimiento cuando se le acaricia o bien se le da de comer.

Pero de eso a suponer que el perro me ama porque es como un hijo... ¡Por Dios que aberrante!

Habría que considerar del otro lado, que si bien la carne del toro de lidia no es un producto que pueda competir con otras especies bovinas dedicadas al abasto como el Angus, Brahman, Beef master, Hereford o Charolais, si se puede afirmar que es un producto de altísima calidad y exquisito sabor.

El propósito de su crianza tiene como objeto la lidia y dado su temperamento ancestral, no es una especie que pueda ser fácilmente domesticada para labores agrícolas por ejemplo.

Sin embargo y a diferencia de otras razas, el toro de lidia pasa su vida en tierras extensas en donde se le dispensan toda clase de cuidados y la mejor alimentación.

El destino de muchos ejemplares es morir en la plaza con dos consideraciones que deberán tomarse en cuenta: el toro de lidia, enfrenta al torero frente a frente con la posibilidad de morir, pero también de provocar su muerte.

Si por el juego demostrado en la plaza. producto de su genética y su crianza le es perdonada la vida, con seguridad volverá al campo para servir de semental y transmitir estos genes a sus descendientes.

Lamentablemente, los ejemplares de otras razas no correrán con la misma suerte y serán sacrificados sin duda en un rastro habiendo terminado sus días colgados de un gancho.

Desafortunadamente no en todas partes están reguladas las técnicas de matanza que no siempre son las más digamos "humanas".

Por tanto, el toro de lidia cumple cabalmente con el propósito para el que fué criado y sirve también para el consumo humano cumpliendo así con un ciclo de vida que da sentido a su existencia y a su preservación como especie.

A su lado, el toro de lidia mantiene un equilibrio ecológico con otras especies animales como la garza bueyera, el halcón, la liebre, el cerdo ibérico, perdíces y una fauna rica en variedad que conforman la dehesa.

La flora de estas tierras ricas algunas dedicadas al cultivo de productos de consumo humano, juega también un papel importante como los olivares, los alcornoques, variedad de cactáceas, acacias y un sin número de especies botánicas.

Juntas, flora y fauna crean una bio-diversidad que por lo pronto entre España y Portugal ocupan una extensión de más de 500,000 hectáreas de tierras dedicadas a la crianza del toro de lidia.

Datos, muchos, consideraciones, también, pero sin el animo de convencer de nada a nadie y actuando como siempre con un sentido profundo del respeto a los demás, lo que pedimos los taurinos a los antitaurinos es que: ¡no nos toquen los cojones!

Porque solo falta que algún día nos gobiernen los perros y haya escuelas para aprender a ladrar...

¡Poco falta!

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